Uno va con sus cosas por la vida y el día menos pensando llega la muerte a tu cuerpo y, ¡plaf!, al carajo la luz y la entrepierna.
Esto es lo que hay. Por el hecho de vivir, la obligación morir.
Todos deseamos que nos llegue de pronto, con el menor dolor posible, pero si la parca se distrae unos meses (o incluso unos años) alterando las delicias de nuestro corazón, habrá que sobrellevarlo de la mejor manera, con la síntesis filosófica de saber que será el último dolor que nos allegue al insomnio. Es el aprendizaje que se nos pide durante la vejez, que no es resignación, sino de sencilla aceptación de lo que uno mismo es: materia desechable.
Antes fuimos hermosos y el vigor nos acaudaló de amor y de otras zarandajas futuribles. Pero fueron finitas. Mas en cualquier edad de nuestro devenir, la muerte nos conoce aun sin saber la talla que gastamos ni el vino que nos gusta.
Por todo ello yo me imagino muerto, cadáver silencioso y cadavérico en su caja. No debiera mi familia haber gastado tanto parné en una caja que ha de arder dentro de unas horas, conmigo dentro. Conmigo no, porque yo ya no existo; con el Prudencio aquel. Pobre hombre, con sus neurosis tantas, sus sueños perdularios, su empeño en ser poeta y escritor. Para nada.
Yo me imagino muerto y en mi caja y me reconozco en esta actitud obediente como yazgo. ¿De qué habría de protestar? ¿Para qué quejarme? ¿Acaso el llanto de los familiares hará más interesante al muerto? No. No debierais velarme en este tanatorio recién hecho. Ya muerto no me iré a ninguno de los cuatro bares cercanos. ¿Para qué? Aquí estoy bien. Iros todos a descansar o a vuestros menesteres.
Y la gente, los vecinos, los amigos, el tropel muchedumbre, que siga su camino habitual, que por una vez en la costumbre de este pueblo no monten el teatrazo de cumplir cariacontecidos. Es lo que me gustaría que hicierais, pero aún así haréis lo que os parezca oportuno. Tampoco protestaría aunque pudiera hacerlo. Pero pensar al menos qué gran coñazo es todo este batiburrillo cordial para los dolientes.
Mi esposa y mis hijos, acompañados de mis muchos hermanos y cuñados, mis sobrinos hermosos que son gran cantidad, debieran cumplir mi voluntad adquirida: nada de ceremonias religiosas ni misas pedigüeñas. Es mi muerte y no las necesita, como tampoco en vida he comulgado más que con la incineración.
Votivo.
7 comentarios:
Vaya, Pruden, en este precioso, soleado y carnavalero sábado ¿te levantas con tan tétrico relato?..., aún así me ha gustado fíjate, eso sí, espero que la parca tarde todavía luengos años en acordarse de ti amigo, que te queda mucho por escribir para que nosotros lo leamos aquí o en pergamino. Saludos.
Se ha puesto el disfraz de la parca con guadaña, y le ha quedado muy bien. Saludos Prudencio, me uno a Talbania con los mejores augurios.
Vaya, Vaya, Vaya....Tetrico en tu mensaje...No desearia una muerte así, la muerte debe de ser alegre ya que pasamos a otro nivel mucho mejor del que estamos ahora..¡No me digas que no quieres oir cuando estemos velandote todos los comentarios que de ti se hagan,que hablárán de todo,no me digas que eres tan poco cotilla como para no quererte quedar un poco más entre nosotros y saber que dice cada cual de tu persona...Pues yo acepto la muerte tal cual he aceptado la vida, positiva y con alegria...No quiero que me quemen...!!!Eso duele mucho!!!...mejor que me dejen tal cual y de pié como si fuera un santo y mi cristalito, donde yo pueda vichear a todo el que pase y pueda seguir riendome del mundo tal cual hago ahora que por muy fuerte que haya sido el porrazo encontrado en el camino me he levantado con más fuerza para seguir adelante...de las caidas se aprende...Mi niño, no pienses ni siquieras escribas estas cosas, que a cada cual nos llega su hora cuando tiene que llegar y lo mejor ni pensar en ella. Venga que te tengamos muchos años por aqui,que escribas muchisimas cosas más y que podamos leerlas..Siempre piensa en positivo...Un beso
Pienso igual,es más,creo que cuando me encuentre cansada de luchar,casi que me apetecería que llegara,eso sí...que llegue tranquilita,Pero que tarde aún que pueda leerte por mucho tiempo.Besos.
"....nada de ceremonias religiosas ni misas pedigüeñas. Es mi muerte y no las necesita."
Coincido .Pero falta muuuucho para ese acto final.
Te queda mucho por escribir.
Me ha hecho gracia :"Ya muerto no iré a ninguno de los bares cercanos..."
"La muerte no nos concierne.
Cuando ella es....nosotros No somos.
Y cuando nosotros somos , ella NO ES" ( olvidé el autor)
Es verano.Los días invitan a vivirlos con alegría e intensidad.
Un abrazo, Pruden.
Gracias querida prima Carmela, Al-Juarismi y participativos Anónimo, y a ti también Andrius, gracias por esperar que continúe escribiendo, porque eso es lo que suelo hacer a diario. Aunque un poquito nada más.
Vengo hablando de la muerte porque no es una premonición ni leches, sino porque entiendo que es el mejor modo de quitarle importancia, toda vez que sabemos que ahí estaremos un día. De esta menera, la vida tiene más importancia y uno procura vivirla con alegría y compromiso. Lo demás, a su tiempo cada cosa.
Salud y buenas vibraciones a todos
Te conozco hablando de la muerte y me alegro, así sin chorradas, incineración y punto pelota.
...pero ¿acaso no existe una cierta ansia de eternidad en el que escribe?...
Un saludo. Encantada
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