Con las grandes heladas del invierno, cuando el sol suavemente deshace la escacha, la tierra se vuelve porosa, tierna como de lana, y caminas pisando una materia nueva, extraña, así como de ensueño. La tierra esponjosa y los zapatos te transmiten entonces una experiencia ajena, particular, que te hace sentir la sensación afirmativa de que no todo es duro en los campos de El Pueblo de Bujeo.
3 comentarios:
He dejado un comentario, y he encontrado problemas. Espero que haya llegado.
Un afectuoso saludo
Viva la paz Pruden. Adelante con tus palabras. Saludos, Pepe
Bello.
Aquí calor estival se ha instalado.Y el verdor también.
Abrazos.
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