Acto primero I. Versión II
Antes de penetrar el aire tuyo
con mi voz arrogante, raza impura,
antes de ennegrecer ni con blancura
tu esplendor de mujer en puro orgullo,
antes que un dedo mío, con su arrullo,
tiente sobre tus ojos ser altura,
o en tus labios latir de calentura,
mi ser ante tu ser será murmullo.
Un zureo que el ansia sueña en senos,
un silencio mi lengua cuidadora
de bocados ternísimos y amenos.
Y abajo volará mi mente loca
queriendo si besar, aduladora,
los labios tremolantes de tu boca.
2 comentarios:
Hermoso soneto, Prudencio, y reflexión agudísima, que hay muchas formas de amar, sean los tiempos que sean.
Un abrazo.
Agradecido, Manuel. Ya ves que este soneto tiene su tiempo y tuvo su motivo, pero uno piensa que la reivindicación de la belleza y el placer y el erotismo, amén de los desastres de la humanidad que nos exigen un pensamiento lúcido y recio, puede ser una forma más de rebeldía. Pues que la juventud (y también los mayores y los ancianos) bien que se merece la refocilación con lo sensitivamente palpable. Vale
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