En la hermosa película Moulin Rouge (MOLINO ROJO) dirigida por
John Huston en 1952 se cuenta la vida truncada del famoso pintor Toulouse Lautrec,
interpretada por José Ferrer. En una de las escenas más chispeantes que se
producían por la maravillosa inteligencia del pintor, durante la inauguración
de una de sus exposiciones en París, ocurre lo siguiente: una pareja de
burgueses se escandaliza al contemplar un cuadro en el que una señorita aparece
en ropas menores. “¿Qué vergüenza! ¡Qué inmoralidad!", censura la señora ofendida por lo que ve.
Su marido corrobora las palabras injuriosas contra el pintor que, casualmente,
se haya cerca de ellos y oye su reprobación enfermiza. Henry, con natural ironía
les explica entonces a los ofendidos burgueses que desdeñan su cuadro por
considerarlo inmoral, ya que para el matrimonio la chica estaba desudándose
delante de un hombre. “No se está desnudando, señores. Es la marquesa de … y su
esposo el varón de … que se preparan para asistir a la ópera”. Toulouse Lautrec
añade algo más, ya cargando las tintas de cinismo para aclararles que la
inmoralidad no siempre está en lo que se ve, sino en los ojos y la intención con
que se mira un cuadro.
Trascribo de memoria aquella
escena de la película a colación no solo con la actitud contraria que ciertas
personas manifiestan de mal gusto y menor sensibilidad ante determinados
afectos que se les ofrece, sino también, y ya de paso, para que algunos de los
Anónimos a la entrada anterior de este blog eviten confundir el sentido de un
poema en prosa con la moralina de una fábula.
3 comentarios:
Pruden, muy acertado tu post, hay tanto necio por ahí suelto!! Comparto la idea de la maravillosa escena, gracias por recreárnosla, nos has despertado las ganas de volver a verla.
Un abrazo, Pepe
Está claro que en los ojos de quien mira está lo que se quiere ver y lo que no se puede ver. Juegos de la moral visual que corrompe el arte y casi todo. Pero esto lo llaman algunos vil relativismo. Para mí, bendito, como el hecho de que vuelvas a escribir para tenerte un poco cerca.
Cuán agradecido se siente uno por unos comentarios, si bien que escuetos, tan comprensivos como estos dos de Pepe y Luis. Supongo que, por su forma, Pepe no es otro que José Jiménez López, pero bien puedo equivocarme y así he de pedir disculpas y agradecerle por igual las palabras de compartición a cuantos Pepes hay en mi ámbito amistoso. Mi sospecha de que el firmante Pepe puede ser el dicho es porque los lectores de este blog son pocos pero más o menos asiduos. Lo que merece un doble agradecimiento por mi parte al comprobar que, además de pocos, en ocasiones están de acuerdo con uno. Vale
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