Próximamente se publicará una nueva novela mía titulada Barcelona Joyce. Quiero ofrecer aquí un pequeño fragmento para ir abriendo boca a quien pueda interesarle.
Lo ha llamado su hermana
Blanca Remedios, la que tiene los ojos de nube derramada, para felicitarlo en
su treinta y tres cumpleaños. Nunca se olvida la más pequeña de sus hermanas de
llamarlo los días más significados de su vida. ¿Qué vas a hacer esta tarde? Él
titubea ante la pregunta y no dice nada concreto sobre la historia de Barcelona
Joyce que tiene sobre la mesa. ¿Quieres venirte a cenar con nosotros? El plural
nosotros le retiene en el no más explícito porque ahí entra su cuñado
Henry, un triunfador desde joven que mira con desdén la vida desperdiciada de Joao
Silvestre, pero no quiere ser hiriente, no pretende desagradecerle a su hermana
lo que él sabe que significa más que una cortesía. Quisiera celebrarlo junto a
él. De modo que se disculpa, se ensimisma, estaba almorzando y no termina la
comida. El estómago también suele ser muy sensible al recibir emociones
contrariadas, pues a fin de cuentas no es más que un músculo, como el corazón.
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