Ha muerto sin descendencia y fue la última mujer que, en Talbania, lució el nombre de Fructuosa. Si acaso también la única. Mas lo que son las cosas: el pueblo la recuerda por el nombre de Fertuosa la del cubano. Sin duda que ese equívoco turbulento de la pronunciación fue aceptado por ella misma desde chica, y hasta que no fue al juzgado a casarse no supo su verdadero nombre.
─Mujer, que ese nombre no existe ─le advertía el funcionario.
─Pues así me puso mi padre, Fertuosa, por mi abuelo el cubano.
Su abuelo sí fue cubano, y se vino a vivir allá en Talbania tras la pérdida de la colonia. El hombre arrastraba los dejes bembones de los mulatos caribes y puso un negocio de café para buscarse la vida. Iba también por los pueblos de la comarca con su paciente burrito y su mercancía de ultramar: Montalbán, La Rambla, Santaella, pero fue en Talbania donde los niños tomaron a burla su pregón callejero. En los otros pueblos lo vendía en grano y molido; en el suyo propio lo ofrecía ya para tomar trasportándolo en ambas damajuanas sobre el serón de su borrico. Por su modo lento de hablar, tardaba mucho rato en emitir las dos palabras con las que llamaba la atención de los vecinos. Los niños le cogieron el punto: cuando anunciaba un larguísimo «¡Cafeeé...!», le preguntaban desvergonzados: «¿Cómo está tu mujer?», terminaba él sin sentirse aludido el final de su pregón: «¡… caliente!»
Fertuosa estuvo casada con un hombre canijo y correoso y pálido que volvió perdonado, pero enfermo, de los campos de trabajo forzoso cinco años después de terminar la guerra. Durante el largo periodo de servicio militar primero, de soldado a continuación y de preso político por último, no dejó de escribirle cartas a su novia cada vez que pudo. En la dirección postal siempre puso el consabido nombre: Fertuosa Ramírez Bildasola, y nunca se le devolvió ni una porque el mismo cartero sabía que Fertuosa no había otra en toda Talbania.
Su marido murió sin haberle dado el don de la maternidad, pero al menos, el casamiento, le sirvió para descubrir cómo se escribía y pronunciaba su nombre. Realidad ortográfica y santoral que ni ella misma, ni toda la población, procuró corregir en lo adelante.
6 comentarios:
Este relato le encantaría a mi viejo amigo Fructuoso. Siempre llevó con resignación la mofa que de niños hacíamos de su nombre.
Si además traemos aquí el tema anterior, podéis ver que existe un 'Diccionario Fructuoso', dedicado a los extranjerismos. Aquí su dirección:
http://es.wikibooks.org/wiki/Diccionario_Fructuoso:_Prefacio
Salud
¡Qué grande eres, Miguel Ángel! ¡Sabes de to!
P
No sé, si esta Fertuosa fué la última o no. Pero yo conocí a otra, que sí tuvo descendencia, cuatro hijas, que pudieron haber sido 16, según me cuentan, todas mujeres. Pues una de sus hijas es mi abuela paterna Carmela, y por muy poquito no me pusieron a mi su nombre. Bueno por que mi padre se negó, cosa que le agradeceré siempre.
Karma, ten calma. Como verás no etamos hablando de la misma Fertuosa. Tu bisabuela, aquella prodigiosa mujer que bien merecería una de nuestras estelas, madre de Carmela y de la Matutina (¡este sí es un nombre lindo!) fue vecina de Montalbán, y la nieta del cubano vivió siempre criando cerditos en Talbania. No lo olvides.
¿Y qué más te hubiera dado a ti llamarte Carmen o Fructuosa, si el significado de esta palabra no puede ser más benigno?
Saludos cordiales
Un breve comentario a un comentario ajeno al tema en cuestión:
Por favor, 'Anónimo', estamos en casa del maestro Salces. Lo mío es puro desasosiego enciclopedista, nada más. El fructuoso es el autor/es de este espacio.. y que siga siendo así. Saludos.
Alguna vez te conté, amigo, la historia de mi tía Preferida, que pasó a llamarse Nemesia porque el primero era nombre de burra, tal y como el párroco afirmó el mismo día de su bautizo. Pues la verdad entre Preferida y Fructuosa, aunque este exista, yo me quedo con el primero. Frucutosa más que un nombre me parece (cosas del consumo...) el ingrediente de un zumo envasado o la marca de un refresco. Qué maravilla tener un nombre de una sola sílaba, como el mío.
Salud.
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