Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

lunes, 2 de junio de 2008

Tentecarreta

En memoria de Cristóbal Luque



Entre los naranjales, donde el agua es tan dulce y arenosa, hubo aquí aquel poblado cuyo nombre se pierde en el umbral de las quimeras,

un oasis de párvula belleza,

entre Astigi y Ulía, mirando el horizonte donde Munda, he aquí los vestigios si de Roma tributos, he aquí las catacumbas, sus ajuares, contemplad esta joya de piedra carmesí, es un collar de novia, desposada y amada y sepultada que fuese cuando rosa en esta cueva:

estas son las monedas que sus padres le dieron para el fin, para el viaje por el que regresamos al camino.

Hoy es Tentecarreta su topónimo, donde bebe la infancia su leyenda, agua y arenas frescas, si ayer inauguradas, todavía en defensa de la historia, olivares que miran la salida del sol cenizamente, como el anacoreta que es dueño de sí mismo, que es dueño del collar y de la cueva, del agua, de la arena queridamente abierta, descubierta la huella y ya sin dioses.

El tiempo ha trasnochado con su magia los poderes de ayer, sus credos de infortunio, y el hombre solitario en su delirio, el dueño de la cueva que contempla las salidas del sol y el gran nogal, se extraña cada día del suceso, se sorprende con la solemnidad de un eco inaprensible

y ante la magnitud de la tristeza que adora y desconoce

muestra orgulloso en turbio lo que tiene, trozos de una vasija sin sorpresa, retazos de la historia con su niebla, ilusión de guijarros, nada al fin, calaveras / vacías de esplendor y compostura.

Y así, como un equívoco del tiempo, como réplica torpe de aquel enterrador shakesperiano, jocoso el ermitaño desentierra y muestra el devenir de un cráneo ausente, igual que quien expone la hermosura del universo y sus imperfecciones:

con una certitud sin patria revela el proceder del alma, su misterio, la anacrónica huella de una sombra en el agua del subsuelo.

4 comentarios:

miguelangel dijo...

Siempre que me doy una vuelta por tentecarreta, desde el camino hecho un vistazo al Valle de la Cu, y tengo la sensación que todo se ha quedado como petrificado. Todo parece seguir igual. Todo menos las historias de Cristóbal, anacoreta que no lo fue tanto. Me pregunto si quedará algo de su particular bálsamo de fierabrás, ese que estaba especialmente recomendado a mujeres hermosotas, que a simple vista más bien parecía una tarrina de Nivea, pero escondía a ojos de ignorantes no se sabe qué especias de Oriente que se criaban en la huerta, como aquellos pétalos de rosas sin espinas por obra y gracia de una monja meona.
¿Qué habrá sido de aquellos collares de cobre y lapislázuli que escondieron los guerreros vikingos del rey Havelock de Inglaterra y Dinamarca en alguna de sus incursiones a la colonia de Talbania para raptar a sus mujeres?
¿Seguirán los extraterrestres atentos a su emisora de radioaficionados por si reciben contestación desde el Valle de la Cultura?

Saludos

Anónimo dijo...

eh, Pruden, hace mucho que no te dejas caer por esta página... Para cuándo tus palabras?

Prudencio Salces dijo...

De momento no tengo intención de continuar. El calor me deprime, me dilata las neuronas celebrales, me anula la voluntad y, además, cada vez que meo me mojo los pantalones...

Gracias, no obstante, por tu recordación, señor Anónimo.

Victorio dijo...

Buen escrito, y buena dedicatoria, pariente. Pasé gran parte de mi infancia por esas arenas, por los naranjales de mi tío Gabriel, y vaya si conocí bien al Cristobal el de la huerta, como le conocían fuera de Talbania.

Hombre singular, ser extraño en su tierra. Ermitaño, muy amable y a la vez muy desconfiao; esto quizás fuese por devorar tantas soledades mirando a un agujero negro... Un curioso personaje, y una bonita historia de las "verídicas" de las tierras de Talbania, y aquí en el Valle del CU, hay tajo para más rato...

Y luego. Hay que caló...que sepas que esto también me ocurre, y creo que también le pasa a la mayoría del personal. Y más, la calor de este año así de golpe, sabiendo que venía pero se ha hecho de rogar, y aquí está ya... Y más de uno con los saquitos, las rebecas y alguna que otra pelliza aún dando vueltas por las perchas, por aquello de "por si acaso", vaya Mayo fresquito. Pero ya vemos, ya habrá que guardarlas...

La puñetera caló que hace hoy no sólo deprime o aplasta las neuronas de las que aflojan muchas de esas...

Menos mal que todo no es malo:
La fruta de estás fechas madura con la caló. Así que gocemos de las brevas y de verle los sobacos a las nenas.