DÍAS DE JULIO Y AGOSTO

Extracto del libro titulado 1936: El genocidio franquista en Córdoba, de Francisco Moreno Gómez, en donde se cuanta qué ocurrió en Montalbán durante los primeros días de guerra. Dice así:

La Guardia Civil de Montalbán, al igual que la de Santaella, se concentró en La Rambla, lo que permitió a los dos pueblos continuar con el dominio republicano durante varias semanas. Con todo, los guardias de Montalbán regresaron el 19 de julio, a las diez de la mañana, porque sus familiares habían pedido auxilio desde el cuartel, al sentirse amenazados. El grupo de guardias llegados proclamó el bando de guerra, pero se marcharon enseguida llevándose a sus familiares. El pueblo continuó unas tres semanas bajo la autoridad legítima republicana, sin que ocurriera ningún desmán.

El final de esta tranquila situación terminó el mismo día que en Santaella, el 14 de agosto, cuando se presentó en estos pueblos la columna del teniente Osuna. No se había producido aquí ninguna violencia ni daño contra el personal de derechas. Sin embargo, también aquí se perpetró el programa de «castigo» y exterminio, que era la consigna del golpe militar. El Registro Civil es casi nulo al respecto. Sólo consta un fusilamiento: Juan Ruiz Gómez, 32 años, campesino, en término de Santaella, el 25 de agosto. En Montalbán, la precariedad de fuentes es acusada. Disponemos de dos testimonios sobre la violencia franquista. Primero una carta de Rafael Morales, fechada en Montalbán, el doce de febrero de 1981:

Cuando se hicieron cargo del pueblo los falangistas y la Guardia Civil, todos los dirigentes políticos y muchos más nos marchamos a Espejo, que era zona republicana, y los fascistas asesinaron a 17 obreros inocentes, a algunos vilmente. De los que nos marchamos a la zona republicana, 35 murieron en los frentes de Madrid, Brunete, Arganda, el Ebro y otros, y 2 murieron en los Batallones Disciplinarios.

Este testimonio, detallado, ofrece plena verosimilitud, y lo tomaremos como referencia cuantitativa. El segundo testimonio fue enviado por Antonio del Pino Muñoz, fechado en Dècines (Francia) el 15 de mayo de 1983, y amplía otros aspectos y valoraciones:

… un pueblo en que a nadie se molestó el tiempo que estuvo en nuestro poder, y ¡llegar hasta fusilar 5 en una saca y matarlos en un cruce de caminos bien visible, permaneciendo allí todo el día! Por cierto, como eran 6, uno tuvo la suerte que, cuando la Guardia Civil y la Falange se fueron, había quedado con vida, y con muchos sacrificios pudo llegar a una huerta y curarlo, y llevarlo a Montalbán. Éste todavía vive; creo que no hay mejor testigo. Aún viven los familiares de otros fusilados, entre ellos los de un ciego total que, antes de fusilarlo, también en una carretera, le dieron varios golpes en la cabeza con las culatas de los fusiles, y en medio de unos espinos lo mataron. Las mujeres peladas creo que fueron 5, entre ellas una hermana mía. Todavía vive, y algunos de los que fueron a por ella los ve todos los días, y los criminales pasan como si tal cosa.

Para el cómputo general, tomaremos la cifra citada de 17 víctimas en Montalbán.

Hasta aquí la cita tomada del libro del historiador Francisco Moreno Gómez. Se recomienda leer lo correspondiente a Santaella porque, al aparecer por delante del epígrafe dedicado a Montalbán, para el caso de nuestro pueblo se omiten detalles ya referidos sobre la magnitud y el espíritu de venganza de los franquistas. Por eso uno se sigue preguntando: ¿Cómo es posible que la derecha actual española, incluida la de Montalbán, se identifique con lo que fue el franquismo? ¿Es que acaso estos, si llegase el caso, se comportarían igual que hicieron durante toda la guerra y la posguerra? Uno supone que no, por las relaciones cordiales que tenemos en cuanto que vecinos y amistad de pueblo. Pero ¿no tienen otra referencia ideológica y política con la que identificarse ante la historia? Y, en resumen, el caso más patente de que la derecha actual tenga al franquismo como referente, es su negativa a llevar a cabo la ley de memoria histórica, siendo esta no más que un acto de justicia con nuestro pasado más ominoso.