Ángel el Recovero
A mi hija Africa y su Recova.
A mi querido Luis por su solidaridad.
A mi querido Luis por su solidaridad.
Esta milonga se publicó en 1993 con la dedicatoria siguiente: A Vicente Núñez, que conoció a mi padre. El genial poeta de Himnos a los árboles y Ocaso en Poley me pidió que escribiese una milonga al estilo de Jorge Luis Borges en la que describiese a mi padre, del que Vicente tenía buenos recuerdos. En esta ocasión, y tantos años después, se la dedico a mi hija África porque, aunque en otro ámbito laboral y en distinto espacio geográfico, sigue viva la dedicación económica de sus abuelos. http://www.recova.es/
Andaba por el camino
de Aguilar a Montalbán.
Andaba con su recova,
con su recova y su afán.
Era buen mozo y discreto.
Padre de más de diez hijos,
y padre de otros asuntos
serios como crucifijos.
Trajinaba con los huevos,
con la paja, con las telas;
esas cosas de justicia
que son la vida y las pelas.
Allegaba a los cortijos
y a las casas señoriales.
Al irse dejaba un algo
de amor en patios y umbrales.
Chalán rumboso, refieren,
y amador de fino estambre.
Manejó la seducción
para combatir el hambre.
Cuanto se sabe de un hombre
se dice, si es que hay motivos;
por eso es que lo recuerdo
con alma de nervios vivos.
También fue tratante ducho
de fincas, mulos y aperos,
y no se le resistían
señoritos ni traperos.
Labia y palique del Ángel
que quisiera un rey gitano:
diez palabras, y unas copas,
y el trato estaba en la mano.
Gracia de pana sin plancha,
riqueza sin pan de sobra,
genios que viven un día
prolongándose en su sombra.
Iba a caballo y volvía
con el serón siempre lleno.
Siempre volvía a su casa
borracho, triste o sereno.
De Aguilar a Montalbán
él y su entero, seguros,
por barrizales y cuestas
trasnochando en los apuros.
Tenía el temple y la clase
de estirpe de aguardienteros:
gentes del sur que embestían
al sol y a los aguaceros.
Callada llaga la viva
que lo tuvo entretenido.
Vida sabida su llaga
que no acallará el olvido.
Que nunca fue renegado,
ni pendenciero, ni oscuro.
Eso escuché por los tajos,
y en ello estoy tan seguro
Republicano a su modo:
fue en la guerra cocinero
de las tropas nacionales
no por voluntad ni fuero.
Fue porque un día en su pueblo
reventó el verano a oscuras,
y al joven, despavorido,
lo alistaron de premuras.
Tan generoso en su sangre
y tan bello en el camino.
Padre de padres y madres
pero no de su destino.
Iba a caballo y volvía
de la faena a su lecho.
Mas traía una sonrisa
y un aire de insatisfecho…
de Aguilar a Montalbán.
Andaba con su recova,
con su recova y su afán.
Era buen mozo y discreto.
Padre de más de diez hijos,
y padre de otros asuntos
serios como crucifijos.
Trajinaba con los huevos,
con la paja, con las telas;
esas cosas de justicia
que son la vida y las pelas.
Allegaba a los cortijos
y a las casas señoriales.
Al irse dejaba un algo
de amor en patios y umbrales.
Chalán rumboso, refieren,
y amador de fino estambre.
Manejó la seducción
para combatir el hambre.
Cuanto se sabe de un hombre
se dice, si es que hay motivos;
por eso es que lo recuerdo
con alma de nervios vivos.
También fue tratante ducho
de fincas, mulos y aperos,
y no se le resistían
señoritos ni traperos.
Labia y palique del Ángel
que quisiera un rey gitano:
diez palabras, y unas copas,
y el trato estaba en la mano.
Gracia de pana sin plancha,
riqueza sin pan de sobra,
genios que viven un día
prolongándose en su sombra.
Iba a caballo y volvía
con el serón siempre lleno.
Siempre volvía a su casa
borracho, triste o sereno.
De Aguilar a Montalbán
él y su entero, seguros,
por barrizales y cuestas
trasnochando en los apuros.
Tenía el temple y la clase
de estirpe de aguardienteros:
gentes del sur que embestían
al sol y a los aguaceros.
Callada llaga la viva
que lo tuvo entretenido.
Vida sabida su llaga
que no acallará el olvido.
Que nunca fue renegado,
ni pendenciero, ni oscuro.
Eso escuché por los tajos,
y en ello estoy tan seguro
Republicano a su modo:
fue en la guerra cocinero
de las tropas nacionales
no por voluntad ni fuero.
Fue porque un día en su pueblo
reventó el verano a oscuras,
y al joven, despavorido,
lo alistaron de premuras.
Tan generoso en su sangre
y tan bello en el camino.
Padre de padres y madres
pero no de su destino.
Iba a caballo y volvía
de la faena a su lecho.
Mas traía una sonrisa
y un aire de insatisfecho…
4 comentarios:
Muchas gracias padre por esta dedicatoria, nos ha sorprendido e ilusionado, de verdad.
Se podría decir que la dedicación económica es el factor común entre la actividad en aquellos tiempos con la que los abuelos se recorrían las tierras buscándose la vida y la actual recova en Madrid. Aunque es cierto que hoy también pasamos algunas penurias para encontrar el género y venderlo.
Me hubiese gustado tener los mismos buenos recuerdos de mi abuelo que pudo conservar Vicente Núñez, pero yo era tan pequeña... Sin duda tus versos me son muy cercanos, me ayudan bastante a conocer lo que fue y lo que me pude perder de él. Creo que al construir La Recova mantenemos ese recuerdo, ese espíritu de trabajo y de trapicheo.
Salud, risas y achuchones.
África
Por lo que me toca, qué más podría hacer que darte las gracias y decir que yo solo soy una pequeña parte de ese lugar-homenaje de África. Solidaridad, dices, y no lo sé, además de la obrera, era necesario que yo también contribuyera en transformar la tristeza y en emplear la energías para crear algo de la nada, que tiene, quizás también ese espíritu de aquel antepasado nuestro que recorrió los polvorientos caminos de tu patria, Talbania. Sabes que también que aquello es en una proporción importante parte nuestra. Saludos
Precioso poema. un saludo.
Talbanés
Estimado Prudencio.
Son preciosas tus palabras y las de tus allegados en los comentarios.
Estas cosas son las que hacen que nunca se olviden….
Un saludo.
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