Extracto de las cartas a Josefina
Ocaña, 10 de enero 1941
Mi querida Josefina: Anoche he recibido tu carta del seis, porque aquí las dan por la noche. Y esta mañana, en mi pobrecita cama de preso la releía mientras los cuatrocientos compañeros de sala dormían, peían y roncaban. Es una carta un poco tristona esta carta tuya, Josefina. Sólo me ha hecho sonreír lo que me cuentas de nuestro hijo. No he podido mandar los juguetes que le tengo fabricados a mano: un carro precioso pintado de varios colores y un caballo blanco y rubio de serrín, casi de tamaño natural. Hoy salen de aquí para Madrid, desde donde irán directamente a Orihuela por ferrocarril. Creo que llegará a las manos de mi niño con menos retraso que el perro, ya que un caballo siempre avanza y traga el camino más deprisa que un perro y éste es de los que trotan como si volaran. Ahora voy a fabricarle un popeye y otras tonterías más para cuando vengáis y pueda dárselo yo en sus mismas manos.
(foto publicada en Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández)
Ocaña, 3 de mayo 1941
Mi querida esposa: Bien; ha llegado tu carta a punto para contestarte, con su cigarrillo y sus cinco duros. ¿Tan rica estás que estás tan espléndida, Josefina? Bueno, tú te lo pierdes y yo me lo gano. Cuando ésta llegue ya se encontrará con su salud de roble nuestro hijo, ese pedazo mío y tuyo que tanto quieres. A mí me da un poco de celos que lo quieras tanto. Has de evitar esas infecciones intestinales del chico. Si puedes proporcionarte harina de arroz, sustitúyela por el pan de cebada, que eso es demasiado fuerte para sus intestinos, y mucho más ahora, en este tiempo de calor que viene. Y le darás refrescos de cebada, arroz, y naranja y limón en vez de agua. Y no lo mimes, que los mimos no valen si no es para hacer de él un niño caprichoso y blandengue, cosa que no está bien en una mujer y mucho peor en un hombre. Mimándole sólo cultivarás en el hijo un cariño enfermizo, que le impedirá más adelante andar con soltura por el mundo entre los hombres. Quiérele como tú sabes querer, pero cuando se merezca una reprimenda no le des una caricia. Has de ser cariñosa y seria al mismo tiempo, que aprenda a respetarte y a no burlarse de ti. No le amenaces con gritos ni le metas miedos. Razónale todas las cosas y no dejes sin satisfacer su curiosidad y su fantasía recién despiertas a la vida.
1 comentario:
En los días de ayer y de hoy, Miguel Hernández escribe así:
http://www.youtube.com/watch?v=RsSPUf5lS3w
Publicar un comentario