La película se llama bellamente Agua. Se sitúa en la India, 1938, cuando la figura de Ghandi está en sus máximo apogeo popular. Pero las castas sociales de aquel país siguen rigiéndose por los textos sagrados. Unos textos que, por muy sagrados que sean, disminuyen y anulan el entendimiento de las personas y los obligan a soportar (voluntariamente) los comportamientos más aberrantes. Todo por ley escrita y por fe.
Una niña de ocho años se queda viuda. ¿Sorprendente para nuestra salud, verdad? Ni siquiera recuerda el día de su boda y ha de ser ingresada en una especie de mísero convento para viudas. Allí deben pudrirse, mantenerse puras, mientras esperan la muerte para poder reencarnarse en hombre. Triste. Injusto para mi mente incrédula y triste para mi corazón. Pero hay más: para mantener esa casa de tortura que llaman 'ashram', las viudas jóvenes deben prostituirse… Un eunuco de lo más patético hace de celestina sin entrañas y lleva a las viudas a la casa de los clientes. Eso también es permitido porque está escrito en las leyes sagradas. Así la viuda tenga nada más que ocho años y quede destrozada por el proxeneta. Esa práctica no va contra la pureza de la viuda.
Las viudas no pueden volver a casarse porque es pecado. ¿Puede alguien, que sea creyente en la actualidad, decirme lo que significa pecado? ¿Qué es pecado después de Auswitch? Después del genocidio franquista, ¿qué es pecado? Y después de Abu Ghraib, ¿qué sigue siendo pecado?
Las leyes sagradas lo dicen así, y así lo aceptan las viudas, sus padres y toda su piadosa familia, con la cerviz abierta para el sacrificio de su persona: si a una mujer se le muere el marido solo le quedan tres opciones. Arder en la misma pira de su esposo; aceptar la inmemorial ley que dejó escrita un buen dios hace más de 2000 años, o casarse con el hermano menor de su esposo muerto. Demasiado para mis nervios agnósticos, corazón.
Como colofón de la película, un dato tan estremecedor como todas las escenas y diálogos aparece escrito en la pantalla: en 2001, 34 millones de viudas indias siguen viviendo en esas condiciones. No me atrevo a poner un adjetivo…
La conclusión que cualquier individuo puede sacar de esta hermosa película, pienso yo, entre otras posibles, es la siguiente: pese a la bondad de Ghandi por liberar la India del imperio; pese al heroísmo de Franco para salvar España del desastre; pese a las buenas intenciones de Estados Unidos para imponer la democracia en el mundo; pese al derecho de los israelíes a poseer un estado; pese a la paz que los musulmanes hallarán en su paraíso, los ateos tienen razón. Probablemente Dios no existe, así que gobernémonos con raciocinio y actuemos según el dictado de nuestra conciencia. Toda religión es humillante para las personas y una tara para su desarrollo intelectual.
6 comentarios:
Y si existe es hombre, porque desde luego las mujeres llevamos siempre las de perder...
Hasta el siglo presente. Por eso es fundamental seguir ahondando en la cultura de la igualdad y de la paz y contra la ignorancia en que las religiones mantienen al hombre
Good.
Ayer nos enganchamos Conchi y yo hasta que acabó, como son las distintas civilizaciones y que pena, La película es preciosa, muy dura y muy dulce a la vez. El choque de religión y la hipocresía de los pudientes.
que maravillosa película, pero como duele conocer esta realidad, me indigna pensar que esto está sucediendo ahora misma en nuestros tiempos, tenemos que luchar por la igualdad de la mujer a gran escala y los pequeños detalles, en India pero también en españa. Saludos
http://robleymuerdago.blogspot.com
Gracias Prudencio por tu comentario en mi blog, creo que tanto hombres como mujeres debemos luchar para evitar las discriminaciones de género tanto los países más evolucionados como en lugares como India dónde hablamos de una magnitud en la discriminación sobrecogedora.
Saludos
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