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lunes, 31 de mayo de 2010

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS Y MIGUEL HERNÁNDEZ

Breve crónica del destello humano

A Fernando Serrano

José Antonio Muñoz Rojas es un poeta andaluz que estuvo vinculado a la prestigiosa Generación del 27, pero no toda la crítica lo acoge por derecho propio. Nació en Antequera el 9 de octubre de 1909 y murió en Mollina el 29 de septiembre de 2009; le faltaron, pues, once días para haber cumplido el siglo de vida. Por su fecha de nacimiento comprobamos que está más cerca de los miembros que conformaron la Generación del 36: Luis Rosales y Miguel Hernández nacieron ambos en 1010, Leopoldo Panero en 1009. Estudiaba en Madrid durante los años del esplendor artístico y literario y fundó una revista de poesía, con José Antonio Maravall, Leopoldo Panero y José R. Santeiro: Nueva Revista, (1929-1931). Trabó amistad con Vicente Aleixandre y otras figuras del momento. En ese contexto, colaboró en revistas como Mediodía, Isla de Pedro Pérez Clotet, Los Cuatro Vientos, El Gallo Crisis de Ramón Sijé, Caballo Verde para la Poesía de Pablo Neruda, Cruz y Raya de José Bergamín...


Es conocido también que Muñoz Rojas envió poemas para el tercer número de la revista Silbo, que editaban en Orihuela el grupo de amigos de Miguel que se reunían en la tahona de Carlos Fenoll. En los dos números de Silbo figuran nada menos que tres futuros premios Nobel: Juan Ramón Jiménez, Pablo Neruda y Vicente Aleixandre, contando siempre con las viñetas de Maruja Mallo. (A esta pintora dedicaremos otra entrada por su relación con nuestro poeta). El tercer número de Silbo, donde figuraría Muñoz Rojas, no llegó a editarse por la irrupción en España de la bendita guerra.


En varias de las revistas citadas aparecieron igualmente poemas de Miguel Hernández y es sabido que se conocieron, pero en la biografía de Muñoz Rojas no figura nuestro poeta como personaje vinculante a la vida del malagueño. A partir de esos años, las vidas de ambos poetas seguirán caminos bien diferenciados: en 1936 Muñoz Rojas se incorporó a la lectoría de español en la Universidad de Cambridge, en la cual pudo iniciar una investigación sobre las relaciones de los poetas metafísicos ingleses con los autores españoles de su tiempo. Miguel Hernández, como sabemos, se alistó a la guerra para defender la República.


Otra dato vital que bien los distancia es el de que concluida la Guerra Civil, en 1940 Muñoz Rojas volvió a Málaga, donde, entre otras actividades, fundó con Alfonso Canales la colección «A quien conmigo va». Instalado en Madrid, en 1952 ingresó en el Banco Urquijo, del que fue Secretario General, y se ocupó intensamente de su Sociedad de Estudios y Publicaciones. De los libros que publica durante esos años la crítica los identifica con esta definición: todos ellos poemarios en torno al amor, la melancolía serena y la armonía del alma con la naturaleza, de la mano de un estilo directo y coloquial que busca el acercamiento entrañable al ser. Mientras tanto, Miguel era llevado de cárcel en cárcel ─donde escribió Romancero y cancionero de ausencias─ hasta el final de sus días que concluyeron a la edad de 31 años.

Ya siendo bien mayorcito, en 1998 se le otorga el Premio Nacional de Poesía por su libro Objetos perdidos, y en 2002 se le concedió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana por el conjunto de su obra.

René Magritte: La Memoria


El dato que me hace traerlo aquí, a estas reseñas dedicadas a la memoria de Miguel Hernández en su Centenario, no es otro que el del sentimiento de la generosidad, o la compasión o el compañerismo ante la desgracia, que Muñoz Rojas tuvo con la vicisitud última del oriolano. Ese destello de humanidad que nunca falta en los grandes hombres.

Copio de la biografía El oficio de poeta. Miguel Hernández, de Eutimio Martín, publicado por Editorial Aguilar, febrero de 2010. Madrid.

Página 642: «En Madrid Vicente Aleixandre está moviendo Roma con Santiago para que Miguel pueda ser atendido debidamente en un sanatorio. Con fecha del 26 de febrero escribe a José Antonio Muñoz Rojas solicitándole el apoyo (…) para el traslado a un sanatorio». En las notas al pie de página se incluye el siguiente exergo: «Ya el 3 de febrero le había dirigido Aleixandre una carta poniéndole al corriente de la dramática situación en que se encontraba Miguel y pidiéndole que no descuidara la ayuda económica para Josefina: “Si puedes, mándale las 125 pesetas que acostumbras”. En carta del 2 de abril de 1942 le comunicará el fallecimiento del poeta. (Cf. Cartas de Vicente Aleixandre a José Antonio Muñoz Rojas (1937-1984), Valencia, Pre-Textos, 2005).»

En la página 644 de la citada biografía de Eutimio Martín, resaltando la situación de abandono oficial en que estaba muriéndose Miguel Hernández, se refleja: «A Josefina no le faltaba ayuda. Quizá sea insuficiente, pero cuenta con las 125 pesetas mensuales que le envía con regularidad Vicente Aleixandre. Germán Vergara contribuye con una cantidad semejante. Abad Miró se encarga de recaudar 25 pesetas semanales entre los amigos. A estas cantidades fijas hay que añadir los giros esporádicos a cargo de Muñoz Rojas y Rodríguez Spiteri.»



MUÑOZ ROJAS con MIGUEL POVEDA. El cantaor catalán Miguel Poveda estrenó en Antequera el espectáculo Por los caminos que van, en el que canta versos de José Antonio Muñoz Rojas, Premio Nacional de Poesía en 1998, incluidos en obras como Objetos perdidos, Entre otros olvidos o La voz que me llama.

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