Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Concluyendo ya el año del Centenario de nuestro poeta Miguel, sospecho y sueño que todas las plumas de este gloriado país que tienen tribuna en la prensa le han dedicado, al menos, una columna con sus correspondientes epítetos que a ellos mismos los ponga a la altura de la ocasión memorística. Uno, siguiendo la senda, ha leído casi todo lo que ha pasado ante los ojos en torno y por los entornos de Miguel Hernández, que no solo de silencios viven los muertos. Miles los homenajes, los encuentros, las flores, las palabras hermosas.

Celebremos que toda esa marea de tinta y movimiento y de añoranza sirva para que al oriolano se le siga leyendo, aunque, entre dimes y diretes y alharacas, se discutan muchas tonterías sobre el caso, se hayan dicho denuestos, disparates o argucias por ser más hernandiano que el vecino, por decir lo que el otro con cierta quisquillosa irreverencia. Y petulancia española.

Por haber existido de aquella manera singular, por tan tantos de sus versos que movieron la tierra de mis pies, que al alba en los caminos cruzados indicaron el apto y la postura del lector, esta es, desde antes del inicio del año, el objetivo de Talbania3: difundir su obra menos conocida (luego de ser las piezas que más nos gustan las aquí reproducidas) y algunos de los sucesos desacralizadores de su imagen. Seguimos en ello.




El hombre no reposa: quien reposa es su traje
cuando, colgado, mece su soledad con viento.
Mas, una vida incógnita como un vago tatuaje
mueve bajo las ropas dejadas un aliento.


El corazón ya cesa de ser flor de oleaje.
La frente ya no rige su potro, el firmamento.
Por más que el cuerpo, ahondando por la quietud, trabaje,
en el central reposo se cierne el movimiento.


No hay muertos. Todo vive: todo late y avanza.
Todo es un soplo extático de actividad moviente.
Piel inferior del hombre, su traje no ha expirado.


Visiblemente inmóvil, el corazón se lanza
a conmover al mundo que recorrió la frente.
Y el universo gira como un pecho pausado.

El hombre no resposa. Ultimos poemas

No hay comentarios: