Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

martes, 9 de noviembre de 2010

Monólogo sonánbulo de Miguel Hernández




Veo en torno de mí zapatos como lágrimas, blancas lágrimas con los zapatos puestos al revés.



Veo negros zapatos con sus lágrimas rodando por el suelo; lágrimas y zapatos de blanco corazón. Veo los corazones.


Veo un corazón tan negro como el hocico de un chivo, un chivo calzándose el estómago de blanco.


El estómago rueda entre zapatos por la yerba: yerba de lágrimas espesas que había en la trinchera.


Estoy atrincherado por la yerba del estómago y sueño,


sueño que soy Luis de Góngora, hijo de Pablo Neruda, de Vicente Aleixandre sombra y eternidad,


y mis propios zapatos desesperan por ser Miguel Hernández sin cordón que anude el estornudo.


Estornudo y me pongo un zapato y otro y otro y todos en el mismo pie. Tengo los pies tan fríos como entonces y ahora llueve.


Llovía de manera atroz: la lluvia se empujaba como loca por caer,


el agua atropellaba sin cesar por las alcantarillas, se atormentaba el agua de la lluvia como ratas locas con zapatos puestos al revés para ir deprisa.


Siempre una lluvia heroica y maldecible, esa condenación de vómitos y llagas, surge en escenas tales cuando el hombre sufre.


Veo aquella verdad, aquella guerra.


Fragmento de Las cumbres más hermosas. Elegía a cuatro voces para Miguel Hernández. Inédito, 2002.

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