Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

sábado, 22 de enero de 2011

Más de Nueve Prohibiciones y Una Espera



Cuando niño y en la adolescencia, me estuvo prohibido masturbarme. Pero lo hacía, y hasta en grupo.

De joven se nos prohibía hablar de política, ver películas eróticas y casi pensar. Pese a todo pensábamos mucho y bastante mal de aquella vida. Y de su gobierno desgobernante.

A continuación, vino la democracia y se prohibió hacer burlas del jefe de estado, aunque pensaras que era bobo el hombre pero, como le venía de herencia, se enriqueció sin dar un palo al agua.

Por una temporada me prohibieron trabajar. Ahora se lo están aplicando a muchos.

Luego las leyes prohíben y castigan duramente al padre que educa a sus hijos con mano atenta y a los profesores que saben que su trabajo no es un chiste.

La santa Iglesia de Roma tiene prohibido a los suyos usar anticonceptivos, incluso para evitar males mayores, pero la gente, que es normal, se pasa la regla por el forro de los condones.

Prohibido bañarse desnudo en esta playa. Es verdad: todavía hay muchos mirones. ¡Habemos! Por eso.

El matrimonio, por si fuera poco pesado su andamiaje, se mantiene prohibiéndote tener relaciones sexuales fuera del mismo. Mas para este comercio también existe el contrabando.

Suicidarse y la eutanasia se prohíbe con una maldición bíblica, y hay que procurar, cuanto menos, parecerse a Juan de Yepes o a Teresa de Ávila, según el caso de género. Aunque sea más antigua, escojo la de Ávila y no la de Calcuta por esto del terruño. Porque era menos fea, menos vieja, menos mentirosa y porque sí.

Al llegar a la edad de ser abuelo, no puedo tener un perro en casa, no puedo comer jamón por el colesterol, ni gambas, ni beber más de un whisky, ni fumar en cualquier sitio, ni mientras me tomo un descafeinado en el bar ni a la espera del tren que me lleve al Oriente, donde fumar opio todavía será posible. Espero.

 A Carmela, símbolo de la mujer que lucha, piensa y habla, española en Argentina que sabe de prohibiciones del cuerpo, privaciones del alma y de emociones tantas

3 comentarios:

Carmela dijo...

Elocuente reseña de prohibiciones.

"Suicidarse y la eutanasia se prohibe con una maldición bíblica.Y hay que procurar, cuanto menos,parecerse a Juan de Yepes o a Teresa de Ávila, según el caso de género.
Escojo la de Ávila y no la de Calcuta por esto del terruño.
Porque era menos fea , menos vieja , menos mentirosa y porque sí."
Esta parte es magistral!Coincido plenamente.Es necesario leer entre líneas ...Buenísimo!!!
A través de esta lectura me remonté a " Prohibido suicidarse en primavera" la obra del querido Alejandro Casona.Retratando la esencia humana en sus personajes.
Y por supuesto a Galeano cuando dice : "Se puede prohibir el agua ...La sed : no".
Creo que ante la arbitrariedad de las prohibiciones no hay más remedio que recurrir a la " transgresión" .Es inevitable.

"Transgresiones"

"Todo mandato es minucioso
y cruel.
Me gustan
las frugales transgresiones.

Obedecer a ciegas deja
ciego.
Crecemos
sólamente en la osadía.

Sólo cuando transgredo alguna
orden
el futuro
se vuelve respirable."
- Mario Benedetti -

"Prohibido prohibir"... rezan algunos carteles.
En la lucha , en el pensar , en el decir ... en la vida y sin prohibiciones.
Un abrazo , Prudencio!

Paco Muñoz dijo...

Todo "lo que está bueno en esta vida, está prohibido- es pecado o engorda -ahora colesterol-", pero "si los curas comieran chinos del río no estarían tan gordos lo tíos joíos" y todos tenían su barragana particular y siguen teniendo.

Ah, y la competición de masturbación en grupo, a ver quien llegaba antes, eyaculaba más cantidad, o se "quedaba ciego" en el menor tiempo posible, ciego por la presencia del blanco de los ojos en la culminación, no por lo que decían los curas, era una cosa normal en todas las latitudes, no sólo de las familias de monos en la " de TVE.

Un abrazo

Prudencio Salces dijo...

Magnífico Benedetti, Carmela: Es preciso trasgredir para seguir creciendo, e slo que entiende uno de tan elementales versos. Creo que he atinado con la sensibilidad de la persona a quien le dedico la entrada. Nos conocemos poco, ya ves, pero a veces siente uno la necesidades compartibles, la necesidades de pensamiento y razón, ya me entiendes.

Y a ti, estimado Paco, qué grandes aquellas hazañas, qué salutíferas por lo pecaminosas y "secretas", cómo de bien me has figurado compitiendo con los chavalines de mi edad en los lejíos.

Salud y larga vida a los dos.