Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

lunes, 7 de enero de 2013

Nochebuena de 1977. Una anécdota ejemplar




Todavía se cantaba por las calles en la Nochebuena de 1977. Siempre se había cantado por las calles de este pueblo del sur: villancicos populares y otros originales de la población, en ocasiones hasta con guasa y retintín carnavalero. Se cantaban villancicos y otras murgas yendo de casa en casa arrastrando sobre el frío una tradición perdiéndose: la de pedir el aguinaldo.
Dame el aguinaldo carita de rosa
que tienes la cara de ser rumbosa.
Y si me lo das
que pases la Pascua con felicidad.

El sargento de la Guardia Civil y su esposa recibieron aquella Nochebuena el aguinaldo de la gratitud sin pedirlo acaso. Había sido destinado el hombre al cuartel de Talbania tan solo unos días antes, el 9 de diciembre, y aún no tenía amigos en el pueblo. Don Cesáreo Rodríguez Alvarado, un hombre tranquilo y noble, procedía de El Rubio, ese otro pueblo casi etéreo en las llanuras de Sevilla, pero tanto él como su esposa Isabel son nacidos en los pueblos míticos cantores de Huelva. Ahora todo el mundo sabe que hablo de Don Cesáreo, porque es de las personas a las que se les añade el don por derecho natural. Así lo conoce y lo nombra la gente del lugar sin remilgo alguno.

Me contaba la historia con cierta intriga sentimental, lo que despertaba mi emoción por el suceso. Llevaban solo unos días viviendo en el nuevo destino y la Nochebuena se hallaban recogidos y solitarios en el cuartel. Con descarada intención por mi parte, ocupando el cargo militar que le signaba como uno de los poderes “fácticos” de entonces en el pueblo, le pregunté si no lo habían invitado al Casino. No, me contestó sencillamente. Y continuó narrando. ¿Qué vamos a hacer toda la noche aquí, encerrados en el cuartel?, me decía mi mujer. Porque Isabel es una mujer alegre, comunicativa, dispuesta a divertir y a divertirse como el tiempo ha demostrado, y no quería pasar Nochebuena sin salir a dar un paseo por el pueblo. Venga, me decía, nos arreglamos y damos un paseo, aunque no vayamos a ningún sitio. Así fue como don Cesáreo e Isabel, con el ánimo tranquilo y expectantes, paseaban la calle abajo cogidos del brazo, sonriendo ante las pandillas de chavales que iban y venían con sus jolgorios. A esto, me contó, un hombre que está en la puerta de su casa me saluda. Nos conocíamos solamente de vernos en el mercadillo de El Rubio, a donde iba de vendedor ambulante todas las semanas. Nos saludamos y apenas se enteró que no teníamos un lugar concreto para reunirnos con nadie, me dijo que entráramos a su casa. Allí pasamos la Nochebuena, con su familia y sus amigos.

Aún no me había dicho quién era ese hombre singular que invitó al sargento de la Guardia Civil. Me dijo que tenían un cochinillo asado, y bebidas, y dulces, y que todos los amigos de este hombre y sus mujeres los acogieron con agrado. Ya no me resistía yo a saber de quién se trataba, y entonces don Cesáreo, tranquilamente hablando, me lo dijo: Tu hermano, el Tito de los zapatos…

¡Bendecido sea!, exclamé.

3 comentarios:

Talbanés dijo...

Preciosa la anécdota y muy buenas personas que son los tres, Cesáreo, su señora y tu hermano Tito. Aunque me pilló de chico aún recuerdo muy bien aquellos grupos de chavales cantando villancicos y pidiendo el "aguilando" por la calle Ancha, se deberían recuperar esos villancicos antiguos montalbeños para que no se pierdan. Un fuerte abrazo amigo Pruden.

PD: "Bendeciiiiido", así, alargando la i, así me lo decía mi abuela Andrea "la Carbonera" siempre que iba a verla. Que palabra más bonita y cuánto la echo de menos.

Prudencio Salces dijo...

Así es Andrius: ¡Bendeciiiido seas tú también!
Y es que esta forma de encumbrar a una persona pienso que no se da en otros muchos lugares, por eso la registré en La República Hablanera como particularidad de nuestra población.

M.R.FLAMIL dijo...

He aqui de la bondad y del buen hacer de la gran mayoria de las gentes de Talbania . Es asi como nos ven desde muchos de los pueblos colindantes , un pueblo unido abierto a los forasteros y capaces de allanarle el camino a las personas ( aunque no sea del todo cierto). Dejando atras los dimes y los diretes solo puedo decir !viva Talbania y la gente que obra como "El Tito de los Zaptos" !.