El amante.
Margarite Duras. 1984. Ese precioso libro que ayer volví a leer y cuando
terminé la última página volví a comenzar por la primera. Me embriagó de
poesía, de sentimientos puros e inconsolables. ¡Quién pudiera escribir así! Es
una edición de 1992 que, recuerdo bien, compré ese año en Algeciras. Estábamos
los cuatro veraneando en una residencia de la Junta de Andalucía ubicada junto
a las hermosas playas de La Línea, junto al Peñón de Gibraltar. Un día de
aquellos fuimos de visita a Algeciras y en un parque estaba un hombre con un
puesto de libros. Los tenía viejos y recientes, como El amante. Y lo compré sin miramiento alguno porque no había leído
nada de esta señora. En aquellas fechas en que aún era medianamente joven, todo
se hacía bajo un impulso de credibilidad. Me pareció entonces algo
extraordinario pero, hace tres días cuando lo vi escudriñando en mi estantería,
no recordaba nada de él. Mi memoria me tiene sometido a estas indecencias. Pero
qué gozada. La traducción es de Ana María Moix y la considero buenísima,
escrupulosamente admirable. Por su lenguaje vivo y contundente, por la poesía
que fluye y, sobre todo (esto sí es mérito de la autora), por los diversos
temas que aborda, el amoroso y el familiar y el paisajístico. Todo verdadera
sensualidad. Un amor de libro en el que el desgarro y la sensibilidad forman un
todo de paralelismos geniales. Con razón mereció en su día el Premio Goncourt.
¿Habrá muerto Margarite Duras? Tendré que mirar en internet. (…) Sí, murió el 3
de marzo de 1996, en París.
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