Lo leyó en algún libro de viajes, o tal vez lo supo desde siempre, quizá se lo contó su abuelo debajo de la higuera el día que muriera, al fin, Francisco Franco: dijo que los masai no entierran a sus muertos, que los dejan allí, sobre la gran llanura gobernada por fieras y alimañas, que también abandonan su memoria no volviendo a nombrarlo nunca más, ni llamando a otro ser de igual manera, porque su dios Negöi, el dios sin ceremonias de los pueblos masai, no admite que la muerte sea un estado en paz, distinto ni supremo, sino que significa simplemente, sin miedo ni esperanza, ese don sempiterno que en la vida los hombres y mujeres llamamos el olvido
3 comentarios:
Hay situaciones que inmediatamente después de que nos ocurran las tenemos que pasar al olvido para que no nos saturen pero cuentos como el que nos ofreces han de perdurar y difundirse. Que bien que siga creciendo este espacio de libertad en Talbania.
Besos, padre.
Hubo un señor en Prusia llamado Kant que se emperró en hablar acerca del tiempo y el espacio.
No soy yo quién para rebatir sus teorías, pero a veces -aquí, por ejemplo- el tiempo y el espacio se dislocan: El tiempo se hace pequeño, y todo él converge en un punto, en un "ahora" de eternidad; mientras que el espacio, por contra, se agranda y se agranda cada vez más hasta abarcar entera la geografía del universo. Las palabras como una daga rompen las ataduras del almanaque y los mapas de carretera. Y Talbania se convierte en un mito.
Yo no sé cómo es Montalbán -tal vez árido y caluroso, con las calles desiertas a la hora de la siesta- pero Talbania puede ser a la vez estepa africana, calles tumultuosas de Calcuta y el propio aquí de otros años... y promete ir creciendo poco a poco (o mucho a mucho).
Conchi Romero
Quien fuera Masai para poder olvidar según a quienes en la confianza de que no por muertos gozarán del beneficio de la paz eterna. Amen.
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