Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

martes, 26 de febrero de 2008

Modos distintos de usar el cipote




Para conmemorar las 1000 visitas (desde los tiempos en que comenzamos el contaje) os contaré un cuento de verdad que ocurrió en Talbania recién pasada la guerra. Cuando acabó la guerra los alcaldes eran nombrados a dedo, es decir que no había elecciones municipales ni de las otras y al alcalde del pueblo lo nombraba el gobernador de la provincia. Claro que solamente podía ser alcalde, y concejales, aquellos ciudadanos que fueran adictos a la cosa. La cosa se llamaba eufemísticamente Régimen, con mayúscula y el sabor añejo de los sables decimonónicos, pero en realidad no era más que una dictadura sangrienta. Digo esto que todo el mundo sabe, supuestamente, por si hay entre nosotros algún lector (masculino o femenino) que piense que esto de los debates entre Zapateros y Rajoys ha existido desde que hay televisión. No: antes el alcalde lo nombraba el gobernador provincial y tenía que ser una persona “adicta al régimen”.

Y allá en Talbania ocurrió lo siguiente: el alcalde de turno era un pelantrín ricacho cuyo poder de mando y autoridad (más bien autoritarismo) se le salía por la grosería y el abuso y el estupro. (Copiamos aquí la cuarta acepción que da el DRAE sobre estupro: Antiguamente, coito con soltera núbil o con viuda, logrado sin su libre consentimiento.)

De modo que si a aquel alcalde vencedor se le presentaba alguna viuda de guerra o huérfana de republicano perdedor con algún problema vital que resolver en el ayuntamiento, dicen que les decía:

─No te preocupes, mujer. Esto lo arreglo yo en seguida con el cipote.

Así que aquel hombre no mereció una estatua en su pueblo ni una calle con su nombre, pero la gente mayor aún lo menciona, con la jocosidad de una amargura que padece otro, bajo el mote de “el alcalde cipote”.

Ahí tenemos el primer modo de usar el miembro viril: el de la soberbia con oportunismo. Aquel antiguo régimen, por desgracia, no penaba ese tipo de violación. Que se sepa.

El siguiente caso recoge el modo de usarlo con cachondeo y verdadera necesidad.

Ocurrió en el instituto de La Rambla cuando Montalbán todavía no tenía instituto ni sueño de tenerlo. De entre aquel grupo de alumnas montalbeñas había una tan bonita como las demás pero más desarrollada de pechos, lo que la hacía ser la más deseable para los zagales. (Sugiero que cada lector le ponga el nombre que más le guste). El chaval se llamaba Alfonso Parra y es muy popular en el pueblo por ser vendedor de huevos y tener un temple noble y particularmente simpaticón. Ahora cuenta la edad que le conocemos, pero aquel día del suceso, imagínenselo, el Parra era un mocetón con el cuerpo de ahora pero a medio pulir, desinhibido y sin complejos y con la calentura propia de edad por todo el cuerpo y la mollera. ¿Me siguen?

La chica estaba candorosa en su pupitre; el joven estaba “empalmao” como una tranca y acercándose a ella, con “ella” bajo el pantalón pero visible, la puso encima del pupitre y le dijo sin más ni más:

─Cucha, niña, la tengo pa partir almendras.

2 comentarios:

Antonio Ruz dijo...

¡Carajo, con el cipote!,

También otra parte del cuerpo alcanzo gran fama en su tiempo, y es que otro singular maestro, de dibujo en particular, cada vez que se le presentaba un dibujo de dudusa calidad, siempre respondía con la misma frase, la cual ha quedado en la mente de los "republicablaneroshablantes":
¡Eso lo hace mi Cheli con el culo!, siendo desde entonces el culo más artistico de la villa.

Anónimo dijo...

Es verdad, Antonio, no fui alumno de aquel maestro indecente y malhablado, pero la fama del culo de su Chely sí que la conocía desde entonces. ¿Qué habrá sido de aquel culito? Porque entonces era una niña, pero después ¿estará también para pintarlo?
Salud, y gracias por recordarlo.