Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

jueves, 18 de noviembre de 2010


La incongruencia más insolente y temeraria que he leído sobre nuestro poeta en las últimas fechas fue dicha por un alto escritor de la nación de la izquierda, precisamente. La emitió, bajo el auspicio de la sonrisa credencial de su foto-famoso en el diario Público.es: 31 de octubre de 2010, con el título ¿Qué le pasó a Miguel Hernández?

Dejó dicho don Luis ni más ni menos: Se ha hecho mucha demagogia sobre la prevención que poetas como Alberti o García Lorca sintieron ante el autor pobre. Pero un mínimo conocimiento de la historia justifica la poca simpatía que despertaba un muchacho clerical y homófono [sic] que afirmaba escribir “con más cojones” que todos los poetas de España. (¿Se le ocurrió callarse el nombre de su tocayo Cernuda por vergüenza personal, o por delicado olvido?)

Entenderemos que el señor García, Premio Nacional de Literatura, quiso escribir homófobo, que viene a ser, de homofobia, «aversión obsesiva hacia las personas homosexuales». DRAE. ¡Es para tirarle de las orejas al Montero este de Granada! Como Catedrático y poeta y escritor conocerá la obra de Miguel Hernández para calificarla con adecuación a su criterio, pero de la vida de aquel hombre se desprende que no conoce más que las intencionadas anécdotas.

¿Qué podría decirle Vicente Aleixandre a Luis García Montero por esa injuria a Miguel Hernández? Dado el temple y la emoción sencilla y sensata, ¡y sensata, don Luis, y sensata!, no se te olvide que también disponemos de la sensatez como virtud social y sociológica para calificar sin meter la pata; dado el carácter atemperado del hombre que le regaló el reloj, el que la ciencia biográfica e histórica le atribuye, probablemente se limitara a indicarle al famoso granadino que leyese de su libro Encuentros las tres reseñas que a Miguel le tiene dedicadas. Para que aprendas cómo era Miguel, tal vez le dijera simplemente.

 La Casona de Tudanza, bello lugar de Cantabria donde escritores, políticos, científicos y toreros eran invitados por José María de Cossío durante los tiempos aquellos. Allí, probablemente, pudiera haber salvado el pellejo Miguel Hernández si obedece el consejo de su amigo, que le ofreció refugio. Fue donada por su dueño a la  Comunidad de Cantabria y en la actualidad se utiliza de Museo. Se edificó en el siglo XVII y conserva gran parte de su mobiliario original

Por nuestra parte, con menos potestad para imponer castigo a la mentira soez y caprichosa que este poeta de la nación de izquierdas publicó sobre Miguel Hernández, calificarlo de homófobo cuando el ofendido fue él por la soberbia clasista de algunos poetas homosexuales del 27, le haríamos leer si acaso dos veces seguidas, primero, el poema de Vicente Aleixandre titulado En la muerte de Miguel Hernández y, segundo, la «Elegía Primera» de Viento del pueblo a Federico García Lorca. Luego le haríamos buscar en los libros el episodio ocurrido poco antes de finalizar la guerra. Miguel volvió del frente y fue a visitar a su amigo enfermo. Velintonia corría peligro y Vicente tenía que trasladarse a casa de unos tíos, pero en aquel momento no disponía de medios de transporte a su alcance. Miguel buscó una carretilla de albañiles, puso el cuerpo del autor de La destrucción o el amor sobre ella y así lo llevó por las calles de Madrid hasta el lugar seguro.

¿Qué nombre tendrá la aversión personal que un señor educado siente ante un pobre que se inmiscuye de igual a igual en sus asuntos?

Porque no fueron tantos los poetas solteros de aquella generación que sentían por Miguel Hernández el salpullido emocional que se sabe de los nombrados. Ni más ni menos que José María de Cossío le ofreció refugio en su famosa y rica Casona de Tudanca cuando Miguel se vio derrotado y perseguido. En cuando a las mujeres de su tiempo, con solo mencionar dos nombres de significado ejemplar, Delia del Carril y María Zambrano, se apreciará que algún defecto tan ingrato como la pobreza habrían de gozar quienes públicamente no querían ni verlo.

Quiero presumir que Luis García Montero conoce las vicisitudes de amistad entre Miguel y los intelectuales de aquel Madrid, y como Catedrático lector tal vez haya leído alguna vez lo que, trascurridos los años, Aleixandre escribió en memoria de su amigo muerto. O las páginas que le dedicó María Zambrano. Pero ha debido olvidarlo. Una lástima para nuestra nación de izquierdas que, como él recuerda que escribió Jaime Gil de Biedman, con insultos como el suyo a Miguel Hernández demuestra seguir perteneciendo a «un intratable pueblo de cabreros». Solo que ahora se trata de cabreros que no saben usar el mal olor en las palabras cuando no es preciso o falte a la verdad. Vale

2 comentarios:

cecilia dijo...

ay!!!! qué triste y qué veleidosa es la (des)memoria histórica que todos sufrimos de vez en cuando.

aunque lo que más sufrimos son las modas. Ahora está de moda tachar de homófobo a quien haga falta, y nos salen homófobos hasta de debajo de las piedras.

A ver si nos damos cuenta de que un hombre (o mujer, se sobreentiende) es algo más que una tendencia sexual, más que un modo de expresarse y más que una tendencia política. Y un hombre escritor es más que un hombre. Digno honor le ha faltado a García montero para llevar tales nombres.

enhorabuena por el post! Da un gran sentido de Miguel Hernández y su persona.

Prudencio Salces dijo...

Gracias, hermana Cecilia por tu venida. Dices algo que es tremendamente cierto cuando el admirado Luis García Montero por esas pámpanas por estar a la modernez. Él aludía a una primeriza carta de Miguel a Federico en la que le afirmaba que tenía más guevos (poéticos, hay que entender) que todos los poetas modernos, o algo así. Te cito de memoria. Y tal vez eso fue suficiente para que el bonito Luis cogiera la palabra al vuelo y le endiñara lo de homófobo al lado de clerical, que eso sí que no habrá quien se lo quite al oriolano de aquellos años.
Tu comentario creo que me está dando para una entrada sobre el tema, no la homofobia, sino lo contrario: el ser amigo de homosexuales limpiamente, quiero decir sin serlo el otro, pero haber de sobrellevar el sambenito de "serlo" o haberlo sido sin serlo ni haberlo sido. Ya ves, los hombres también necesitaríamos nuestro día de acción de gracias, como el que ayer hubo contra la muerte de tantas mujeres