Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

jueves, 23 de diciembre de 2010

DOS CARTAS CRUCIALES DE MIGUEL HERNÁNDEZ A UN AMIGO

Es evidente que la correspondencia de cualquier autor nos ofrece más datos de su propio devenir que de su obra, pero ello no impide que a través de las peripecias del hombre y sus confidencias epistolares la obra que nos legara pueda ser mejor comprendida. En el caso de Miguel, vida y obra son las partes de una pieza absoluta. Su amplia Correspondencia, asimismo, forma un mundo indisoluble de su obra más personal, como sus seis dramas escritos para el teatro son otro complemento de su universo creativo, y por último, la ingente labor de periodista, antes y durante la guerra, sigue dando referencias clarividentes de por qué su poesía es tan actual ahora como cuando se escribió. 

La última carta en libertad, a José María de Cossío

Orihuela, 19 de abril de 1939

Querido Cossío:

Estamos todos bien por ahora. Yo salgo para Sevilla seguramente, y pronto. Allí espero ver a Guillén y a otros amigos y espero hallar una buena acogida entre ellos. [Su bondadoso corazón o su ingenuidad no le sacaban del autoengaño, y eso que ya había sido “toreado” en Madrid y ninguneado por Alberti y María Teresa] (los corchetes en cursiva son míos). Mi mujer y nuestro niño quedan en Cox por ahora y si usted puede atenderles económicamente se lo agradeceré siempre que lo haga cuanto antes. Creo que tiene usted la dirección, pero se la vuelvo a dar aquí por si la hubiera perdido: Josefina Manresa, Santa Teresa, 15, Cox (Alicante).

Llegué bien a esta provincia, después de un viaje facilísimo de comida e incidentes. [Al parecer lo hizo andando]. Pensé muchas veces en el que nos ocurrió el día que nos despedimos en Madrid, y a veces me he reído mucho. Aquellas colas y aquella espera son inolvidables, y, además, aquellas explicaciones que hubimos de dar a nuestros amigos. [Fueron retenidos y chequeados varias veces por grupos de soldados en la carretera de Valencia].

Deseo verle pronto, y si va por Sevilla, allí nos encontraremos.

No deje para mucho tiempo de la mano lo que pueda hacer en beneficio de Josefina, que es de bastante cuidado su situación.

Miguel
¡Adiós! Y recuerdos y abrazos a Vicente.

Don José María de Cossío

Entre esta carta a José María de Cossío y la siguiente a Josefina Manresa desde Alcázar de San Juan, 23 de abril de 1939, vive Miguel el episodio probablemente más desesperado y desconocido de su vida. Es un fugitivo, su hermano le dio veinte duros, viste el trajo azul marino de la boda y lleva una maleta de cartón. Y el reloj. Desde esos momentos y hasta que lo detienen en Rosal de la Frontera el 5 de mayo de 1939, el periplo se compone de visitas baldías, y algunas infaustas a distintos poetas y amigos de Sevilla y Jerez que no le proporcionan apoyo efectivo para poder huir de España o esconderse, de andar a ciegas, de dos postales que le envía a su esposa mientras tanto dándole a entender que saldrá para Lisboa, y, suponemos, de hambre y desamparo. Una vez detenido, comienzan los insultos, las palizas, las acusaciones más negras, las cárceles…



La primera carta ya preso, a José María de Cossío

Madrid, 20 de mayo de 1939

Querido primo José María: [Era preciso tener parentesco con el destinatario de la carta]

Es preciso que hagas por verme en Torrijos, 65, donde me retienen desde hace varios días. Nuestra familia en Orihuela no sabe dónde me encuentro aún y te pido veas a Morla [Carlos Morla Linch, embajador chileno en Madrid], a tu hermano, a quien sea, para verme junto a Josefina, que me necesita más cada día, pronto. Fuerza un poco tu tranquilidad por mí, o es seguro que no saldré de aquí hasta que no se aclare mi actitud honrada, y esto puede ser cuestión de mucho tiempo. Tú puedes ayudarme a salir rápidamente y no debes dejar de hacerlo. [Considerar no solo la confianza entre jefe y empleado que trabaron amistad, sino también el carácter exigente de Miguel con su protector. Eso debe dar prueba del estado de zozobra en que estuviera]. No llevaba la documentación necesaria y me detuvieron en Portugal y me condujeron aquí. José María, por nuestra amistad, nuestra familia y nuestra poesía, insisto en pedirte este gran favor. Un abrazo.

Miguel Hernández



Pese a que Miguel se enfadó con él cuando fue a la cárcel de Ocaña, junto con otros pudientes falangitas a comprar su libertad, José María de Cossío no lo abandonó nunca ni aun después de muerto. Anteriormente, al acabar la guerra, le ofreció su Casona en Tudanca para que se refugiase. No lo hizo, se equivocó: por ir al norte fue al sur, dice la canción de Serrat. En homenaje a este polifacético intelectual (durante la República fue alcalde de su pueblo; en otra ocasión, dos temporadas presidente del Racing de Santander) que tanto quiso a nuestro poeta, reproduzco aquí un par postales y dos fotos personales. A la muerte de Cossío, la Casona fue cedida a la Comunidad de Cantabria, quien la administra como Museo en el que Miguel, entre tantos y tantos intelectuales de la época, tiene su espacio.
 Contemplando La Casona de Tudanca, antes de entrar en ella


A la puerta de la Casona

Doña Juani y Pepín, en el rellano ante La Casona, a la solana de los montes cántabros, verano de 2010

1 comentario:

Carmela dijo...

Cuánto dolor siento al leer estas cartas de Miguel.
Ignoraba que había sido " ninguneado" por Alberti y María Teresa.
Poca ayuda le dieron para que pudiese escapar.
Qué lástima que no se refugió en la casona de Tudanca.
Cuánta obra emanada de su talento quedó trunca.