Salir a pasear concita
una esperanza al menos contagiosa:
puede cruzarse acaso la paloma
de alevosa cintura;
la singular visión de su mirada errátil
puede arribar tus ganas al deseo,
a las ensoñaciones
tan propias de los labios, de las ávidas uñas.
Salir a pasear, sin duda,
algo ufano te aporta a los sentidos,
aunque luego regreses y esté la soledad,
ciprés enamorado. La belleza que es tuya.
El deseo se fragua en las imágenes,
oponiendo al pudor la vibración
del nervio enarbolado.
Verbi gratia: una sombra morena en aire plata
toma un coñac de caña con su boca de uva.
Piensas en Ava Gardner
trasluciendo un clásico de senso,
la sugerente semidesnudez
de las habilidades,
eso que anima noches sin estrellas.
Gracia y perfume a tu alcance,
a dos pasos de ti.
Lo presientes mientras la bella bebe,
o cuando te ha mirado volviendo de mear.
Sagaz, te la imaginas
siendo infiel al que besa, y tú la esperas,
y arruinas minutos
en la esterilidad de los cigarros.
Ya has vivido bastante con haberlo visto.
Vuelves ensimismado de la historia:
la belleza embelesa quizás demasiado
No hay comentarios:
Publicar un comentario