Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

miércoles, 27 de abril de 2011

Notas sobre Coetzee. SEGUNDA




Por lo general, cuando alguien “desconocido” es traído a nuestras mientes por la concesión de un premio de tamaña categoría como el Nobel uno siente, cuanto menos, curiosidad por saber de sus andanzas. El día que se lo concedieron a Coetzee, los periódicos españoles, mediante una serie de nombres precisos y pocos dudosos de la crítica y la creación literaria, le dieron a mi ignorancia un gran revolcón. Al mismo tiempo me enteré de que Javier Marías tiene establecido en su reinado el Premio de Redonda para gente rara y válida, que Coetzee ostenta con el título de Duque (http://www.javiermarias.es/REDONDIANA/DuquesdeRedonda.html). Me enteré también que el mismísimo Carlos Fuentes, años atrás, había puesto los méritos literarios de Coetzee por encima de los niveles que el Premio Nobel de Literatura suele estipular. Así que tras hablarme también los periódicos de la catadura humana y social y política de este señor sudafricano, por lo que sentí una profunda simpatía, me puse a perseguir su obra. A continuación de El maestro de Petersburgo llegó Desgracia, la novela más tristemente dulce y conmovedora que he leído en buena parte de mi vida.



En Desgracia (título que un enunciado como “caer en desgracia” tal vez fuese más acorde con el discurrir del texto, a decir de Vargas Llosa y a mi entender) asistimos a una particular sinfonía dramática de los cambios que ordenan la historia. Un señor mayor puede ser un profesor mediocre, pagar su amante profesional semanalmente y sentir ternura por ella, y ser así feliz hasta que la ley y el resentimiento social le digan lo contrario: que un hombre de esa edad no puede tener relaciones sexuales con una joven, aunque haya sido seducido por ella. Ha de pagar por exaltar su amor propio, y paga con el despido de la Universidad y el rechazo de todos.


Por otro lado, una joven citadina, educada para la libertad, puede vivir gozando de los frutos del campo con la admiración de sus vecinos rurales hasta que las violentas necesidades del medio le priven de su escogida soledad. Los pobres hambrientos la avasallan, la roban, la violan. Es el movimiento externo de un país que asiste a un cambio radical (Sudáfrica en la época inicial de Mandela) quien marca los ritmos: una desgracia, verdaderamente, que no surge de esos cambios, sino de las condiciones de vida establecidas con anterioridad. Con siglos de anterioridad.

Los personajes de esta obra no son típicamente novelescos, porque da la sensación de que no actúan, de que se dejan llevar por una suerte de tremendismo personal, voluptuoso, pero esa es ni más ni menos que la voluntad filosófica del autor y uno de los atractivos que le confieren el don de la originalidad, junto a la dureza temática y la valentía de exponerlos con sencillez. El hombre ha sido expulsado de la sociedad y no se rebela; su hija, lésbica, ha sido violada y se lo guarda en lo más oscuro de su ser. Cualidades de zozobra intimista, más reflexivas que enunciativas, que asimismo aparecen en las demás obras de este extraño escritor como síntoma de percusión. Y así escribe:


«La verdad es que no le agrada pensar en su hija e imaginarla en un trance pasional con otra mujer; otra mujer, por cierto, bien simple. Con todo, ¿sería más feliz si el amante fuese un hombre? ¿Qué es lo que de veras quiere para Lucy? Desde luego, no que siga siendo para siempre una niña, inocente para siempre, para siempre suya; eso sí que no. Pero él es su padre, y a medida que un padre envejece se vuelve cada vez más, es inevitable, hacia su hija. Ella se convierte en su segunda salvación, en la novia de su juventud renacida. No es de extrañar que en los cuentos de hadas las reinas acosen a sus hijas hasta matarlas».

1 comentario:

Carmela dijo...

"Desgracia".Una lectura que defines : tristemente dulce y conmovedora.
Los personajes , no novelescos, sometidos o golpeados por cambios inherentes a la historia.
Cambios que arrebatan sus deseos o sus opciones.
Cautiva el párrafo que seleccionaste.
"...a medida que un padre envejece se vuelca cada vez más , es inevitable, hacia su hija."
(Y supongo que , a medida que envejece, una hija rememora con mayor intensidad a su padre...)

Me parece que leeré primero "Desgracia" y después "El maestro de Petersburgo".
Riquísimos e interesantes enfoques de la obra de Coetzee.
Un abrazo, Pruden.