Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

miércoles, 31 de agosto de 2011

Vacacionales. IX

Regreso…

De norte a sur el sol hiriendo la ventana delantera del coche, la luz que se apodera de mis órganos y me torna anodino, mi voluntad igual que dentro de un caldero, el temor a los días sucesivos bajo el impero azul de la naturaleza adversa.
Qué sensación de páramo, La Mancha. Pinos de verde oscuro, cansados olmos, enclenques olivuchos, amplia soledad calladamente habitada. Los molinos de viento en las colinas.
Colinas azul oscuro, lejos, con árboles metálicos, tres ramas solas, de ráfagas brillantes movidas por el viento autóctono. Su energía es la probable dicha de poder volver a verlos… esas colinas mágicas, sus árboles temáticos, ¿me llevarán de nuevo al norte?

Aldonzas jovencitas mezcladas con mujeres inmigrantes limpian un parque periurbano junto a una charca y una estación de servicio abandonada. Con instrumentos primarios, sin cubrirse la cabeza con pañuelo o sombrero alguno, me saludan, me sonríen, hablamos. Dos de ellas son bellas, una tercera es negra gordita que simpáticamente me alaba el habla; otra afea su escuálido semblante con un pircing en el labio inferior, y es la más discreta en la temática social de los parados; otra más debe de ser musulmana por la indumentaria y la piel y la servil postura de su cara oculta, continúa al margen del grupo su faena cansina, entre varias muchachas más que rastrillan los chinarros del suelo.
La temperatura va en aumento igual que la mañana avanza por la planicie de rumores ahogados. Aquí pudieron haber estado Sancho Panza y don Quijote, pero solamente se le representa al caballero airado mediante la figura redicha en una chapa de hierro negro. Hay una gran soledad que pesa aquí, en Villarta, pesada y aturdidora como la impertinencia gris de los mosquitos y los cardos resecos entre yerbajos mustios; una melancolía pesarosa que la explican sin eco las ramas pendulares de unos sauces obligados a estar junto a la charca de oscuras aguas serias. El añil de la mañana apenas lo interrumpe el revolotear, cerca del suelo seco, de unas cuantas urracas, un pajarillo anónimo, invisible que oigo entre los presumidos chopos, y este deseo mío de morir remedando el paisaje y su leyenda de pasiones temibles, la leyenda de don Alonso Quijano, ebrio por estos páramos de un ideal nombrado por sus sueños Dulcinea.
Dos de estas jóvenes son bellas, a una le he regalado una pequeña cosa que acepta agradecida, sonriéndome dulce, y la otra que me observa descarada y caótica tiene los ojos azules y los labios como un bocado de beso.
He de continuar, y ellas en sus faena terrestres. No volveremos a vernos


y final

Toda belleza
                              engaña,
seduce, subyuga,
                              mata.
Alcolea,
                  Talbania.
Córdoba
                  amada

4 comentarios:

Talbanés dijo...

... y allí quedará Asturias, y allí quedará Cantabrias, en un húmedo y brumoso abrazo, en un mar azul oscuro violento con los acantilados, en los inmensos robledales, paraíso de helechos y de musgos, en los angostos caminos que cruzan prados frescos de vacuna hierba, con sus pasianos y paisanucos... en su norteña hispanidad. Habrá otros viajeros, habrá otros viajes... este ha sido el tuyo amigo Pruden..., gracias por compartirlo.

primo pruden dijo...

A propósito, amigo, te he traído un libro del Asturias patria querida. Cuando vengas por acá se pasas a recogerlo, ¿de acuerdo?

Anónimo dijo...

Bienvenido a Talbania, amigo, no nos cortes el ritmo de leerte. Salud

Pruden dijo...

Gracias, Anónimo, quien quieras que seas, pero has de saber que todo lo que uno escribe a diario no es para publicarlo aquí: no se puede, no se debe, no es preciso. No es de rigor. Ahí te regalo ese versito con foto de la luna sobre la palmera y el ciprés de mi huerto que acabo d ehacer hace una hora.
Saludos compatriotas