Antonio, nunca jamás
bastantemente loado, te he conocido en la risa y la sonrisa limpias y abrasivas. Una risa que te viene del mar y los atunes y
se acrecienta con los vinos translúcidos de Córdoba. Te he conocido en el cante
de Camarón de la Isla y en la fiebre flamenca de todos los cantes dichos por tu
voz. Te he conocido cantando con alma en la Peña Flamenca Manolo Caracol y en
el abismo de una borrachera que te dejó tirado en la noche, por culpa de unos
malanges guardias de tráfico. Te he conocido en las entretelas de muchas letras
para cantar y en la sinceridad de la distancia. Lo repito: te he conocido en la
risa contagiosa y a tu lado yo me he sentido alegre y dicharachero como nunca
con otros amigos, porque tu buen humor de altivos mimbres es como una siembra
de alegría. Esa es mi suerte de haberte conocido. Tu contagio me hace libre y me
sobrepone al destino pueblerino donde me debato en soledad y espera. Te he
conocido de muchas maneras, y todas sustanciales, abrazables, pero sobre todo
te reconozco Poeta de sangre y fuerza, de empeño y sabiduría, de ilimitada
condición y consistencia. Te he conocido en el delirio de los amores perdidos,
en la salud de los amores prestados y en la pericia de la seducción a ciegas.
Porque tú eres amante del amor y amas la vida con lo que ella contrae, a
sabiendas de que no todo es azul Mediterráneo. Lo repito otra vez: te he
conocido por tu risa que es poesía de dolor y amargura y pérdidas antiguas. Te
he conocido amigo en el abrazo de la generosidad, que es la vida sana y
perdurable. Por eso yo enaltezco, con tu nombre, los días y sus sombras. Porque
tú estás en ellos firme y andante y decidido como un amigo bueno que puede
compararse con el agua primitiva de las rocas. Y por decreto irrefutable de las
musas, tu apellido no puede ser más propio que el de Flores.Vale.
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