Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

sábado, 25 de agosto de 2007

Rabindranath Tagore

En Talbania, larga de sombras lentas
y castaños, Rabindranath Tagore
tiene una calle ofrendada,
la calle cuya luz
esplende mucho más cuando la lluvia,
la calle donde vive el hombre
que hace sillas de anea,
el sillero de siempre que también
adorna su casita
con un gingko biloba,
esa calle que sigue blandamente,
sin aristas ni anuncios ofensivos,
el curso azul del río hasta la barca,
porque Rabindranath Tagore,
de la mano del viento suroeste,
estuvo acá en Talbania buscando aromas de oro
y pámpanos de mayo para el cuello
de su reina de plata,
y aquí escribió su libro El jardinero,
y aquí sintió el enigma de un amor,
curóse sus heridas
con aire perfumado de poleo y el canto de los búhos,
y conoció la paz de las montañas
que encierran los crepúsculos de fábula,
después llegó la guerra, ya era viejo,
se volvió a su lugar si cabizbajo,
Calcuta lo esperaba con sus dioses menudos,
con sus dioses de caña transparente,
desde entonces ya nadie
lo viera acuclillarse ni mentir:
según la voz mielada
de los manantiales expansivos,
así es la soledad, magnánima


Para Ana Estepa

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin palabras...sin palabras estoy.
De momento me imprimo "Rabindratah Tagore", para leerlo con calma y sobre papel (que no es lo mismo)
y te agradezco la dedicatoria, qué menos.

Adelante, que el teclado es tuyo..y los cookies (jejeje)

Ana Estepa.

Anónimo dijo...

¿Será Tagore un hombre que mira al soroeste, apoyando sus manos sobre un bastón de barba entrecana, mientras tras él blanquan las paredes con desconchones y rutina?

Puede ser.

Luis Q.
www.autobiografiaporescribirluisquinonesc.blogspot.com