Mi pecado es terrible;
quise llenar de estrellas
el corazón del hombre.
Por eso, aquí, entre rejas,
en veintidós inviernos
perdí mis primaveras.
Preso desde mi infancia
y a muerte mi condena,
mis ojos van secando
su luz contra las piedras.
Mas no hay sombra vengadora
corriendo por mis venas.
¡España! es sólo el grito
de mi dolor que sueña…
Marcos Ana
Marcos Ana
2 comentarios:
Es extraño y difícil ponerse en el lugar de este hombre, quien dijo que la vida tenía la forma de un patio carcelario, del color del estaño. Y a lo único que podemos llegar es a comprender que era gris no porque consumiese su vida aquel lugar, sino porque apenas podemos imaginárnoslo de otro modo: a blanco y negro.
Gracias por poner tú una nota de color en la historia de este hombre, a quien la Literatura (con mayúscula) no siempre le ha prestado la suficiente anteción.
Un abrazo a los tres.
Luis Q.
www.autobiografiaporescribirluisquinonesc.blogspot.com
Recuerdo a la chacha Lucía, que murio loca de amor, y nunca mejor dicho porque amó al chacho Agustín hasta el final de sus días, ya de viejita y con su cabeza ida sólo sabía decir: "Lucía, que los pajaritos vuelan y tú ya no puedes volar"... las palabras de aquellos desarmados que intentaron violarla.
Un saludo.
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