A mi amiga Alfonsa, que me contó la anécdota.
A su hermana Dolos y a Remedios Rojas, viuda de Juan Luciano Jiménez
Remedios Rojas y Dolores Doblas tienen en común que son mujeres, que ya son cuarentonas, buenas amigas, y un gusto fascinante por el humor. Por el buen humor. Remedios nació en Riaño, pero Dolores no es de Doblas, y además la llaman Dolos, no Dolores ni Lola o Dolorcitas, sino Dolos, pero cuando ella lo dice pronuncia Dóloh, dejándose la ese en casa y abriendo la segunda o como una nube. Como una nube verde. Es menuda y coqueta y morenita, sonríe con la facilidad del viento y le gusta vivirse en la memoria. Remedios, que lo sabe, dice que eso es verdad, porque de su memoria, Dolos aprendió a hablar de otra manera a como nos enseñan en la escuela. Y por eso también la quiere. Remedios Rojas a Dolores Doblas. Porque Remedios Rojas será más guapa y más alta que Dolores Doblas, pero la quiere mucho porque le enseña palabras muy antiguas, o por lo menos raras para su infancia cántabra y leonesa. Qué bonito que hablas, Dolos. En Riaño ezo no ze dize azí, se dice asá.
Y es que Remedios Rojas ha aprendido de Dolos a decir acemite, coroza, pejiguera, corrinche y repajera. ¿Qué será repajera?, se pregunta Remedios sentada al lado de Dolores Doblas en la clase de informática, donde están haciendo un curso para aprender bien a manejar los nuevos programas de ordenador que ha instalado la empresa. Porque hay que reciclarse, con los tiempos. Porque Remedios Rojas y Dolores Doblas también tienen en común que trabajan en la misma agencia de viajes. Desde hace mucho tiempo trabajan juntas, pero los tiempos cambian. En el curso de ese curso, ¡uy!, fue cuando Remedios oía exclamar a menudo a su menuda amiga esa palabra rara: ¡Repajera!
─¿Qué te pasa, mujer? ¿Qué me quieres decir con repajera?
─Nada, Reme, que cada vez que me equivoco he de darle a esta tecla que es la de rectificar, para volver a hacer el ejercicio.
─¿¡Repajera!? ─pregunta extrañadísima la leonesa. Y le afirmó que sí, que repajera. Y Remedios Rojas la tomó como suya, como un concepto nuevo para volver a empezar, para no equivocarse y hacer las cosas bien. Un concepto nuevo y cómplice entre las dos amigas que empleará, como Dolos, solo cuando tenga que modificar algo para que las cosas salgan bien.
¡Repajera! Exclamación infantil que sustituye al verbo rectificar. Como si se dijera: Espera, que me arrepiento y rectifico. Se emplea en cualquier juego y el niño la emite como una súplica apenas nota su equivocación para que el juego se detenga y poder actuar con mejor tino; por ejemplo, cambiando una carta por otra. Y también en el juego de la coroza(v), si la piedrecita se quedaba pisando la raya, arbitraba con autoridad maliciosa la niña más lista: ─¡Repajera!, para advertir a la jugadora que ya había perdido y a continuación le tocaba a ella. Esta invocación extraña debe tener significado distinto en otros localismos y hablas, y se emplea como adjetivo, pues que así solamente la vislumbramos en Internet («la conexión que tengo es repajera....») pero el Diccionario la omite, por lo que, como interjección, y con permiso, se incluye en el casillero de las palabras naturales de esta población. Como curiosidad evocadora, algunas personas mayores bienhumoradas dicen ¡repajera! cuando pulsan por error una tecla (del ordenador, del móvil, de la calculadora) y han de retroceder o borrar. (Tomado de La república hablanra)
2 comentarios:
Ay Pruden...es que el habla vuestra, tiene tela...
Yo porque la conozco y no tengo problemas para comunicarme, pero me doy cuenta de la dificultad cuando viene gente que no ha estado nunca en Montalbán y tengo que andar de traductora porque se la pasan preguntando: "y eso qué quiere decir", "qué significa tal o cual cosa", "¡Pero qué dicen!".
Y es que entre que las "s" no las convertís en "z", sino en "j" de jamón, os coméis la mitad de las palabras y encima empleáis todos esos localismos que sólo los entendéis vosotros, ¡NO HAY QUIEN OS ENTIENDA!
Recuerdo en una ocasión, cuando yo tendría catorce o quince años, me acompañó una amiga de aquí, de Pamplona. Mi primo, de la edad nuestra, le contaba a mi amiga que sin querer pisó un perro que había en la calle " y el probetico pegó un jarto como una jaba toztá"...A ver...quién entiende esto.
En otra ocasión vamos a cenar a un restaurante y nos llega
el camarero con la carta diciendo: "Ademá de lo que hay en la carta hay PÉ EZPÁ".
Y cuando mi cuñada (vasca de pura cepa ella) le pregunta que es eso de "PÉ EZPÁ" le contesta el camarero: "er pé ezpá e eze pé mu grande mu grande que tiene en el hocico un pinxo mu largo mu largo"
Qué quieres que te diga...es para partirse. Y yo sé que no os gusta nada (con toda la razón del mundo) que la gente se ría de como habáis, pero te aseguro que no al menos por mi parte no es a mala leche, es que no lo puedo remediar.
Tendréis que comprender que no estamos acostumbrados a hablar con personas que tengan tanta gracia. Así que no perdáis nunca ni vuestra forma de hablar, ni vuestros localismos, que por algo sois genuina e irrepetible República Hablanera.
Hasta murgas te hacen, macho. Yo que soy extraño en tu tierra extraña, tu Talbania, pego auténticas trancajilás con el lenguaje, me siento en tenguerengue, en medio de una república tan diferente a la mía, pero tan humana y viva que sorprende. Tanto que me pasa como a tu Remedios, que ya es también un poco nuestra.
Salú. ¿Se escribe así por aquellas tierras?
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