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miércoles, 5 de marzo de 2008

Del chominoso achominao



En el palabrario de La república hablanera de Montalbán (2º edición. Universidad de Córdoba, 2006) se incluye la siguiente definición:

Chominoso, achominao. Persona cuya conversación es muy pesada y poco sustancial y que, por si fuera poco, no se da cuenta de que está dando la tabarra. La cosecha que se recoge de esas personas son las chominás, dicho o cosa tan baladí como desperdiciado es el tiempo que se le dedique. ─¡Déjate de pamplinas y vamos al grano! ¿Acaso hemos venido aquí a escuchar chominás? También se dice que tiene muchas teclas y que es muy tecloso, tal vez por equiparación con la música monótona que se ejecuta a piano.



Rogamos excusen nuestros escasos lectores que recurramos con frecuencia a este texto, pero estamos en campaña electoral y, pese a lo caldeado del ambiente carnavalero o teatral, puede que alguno de ustedes haya tenido que soportar la perorata de candidatos con esas particularidades expresivas. Con el deseo de achispar un poquito el cotarro agregamos lo siguiente.


El derivado más implícito y degradante del chominoso y tecloso lo hallamos en achominao. −No le hagas caso que está achominao, se suele decir. Y puestos a discurrir, si acaso pecaminosamente, el achominao deber ser: que está pegado como lapa a la querencia de su dama, esa concavidad del medio ambiente; que está obsesionado y embebido, con el seso atribulado, por gozar de esa parte y darle su menester, su condimento. Que con ese cerco que le ha puesto a sus cuitas pierde la capacidad de hilvanar dos razones seguidas con el ritmo normal de una conversación al uso. Porque tenga la mente puesta en esas humedades y las neuronas que a tal ejercicio dispensa disminuyan su capacidad de discernimiento y acción.

Eso pudiera ser lo que achomine al personal, como en otros casos lo haga el fútbol o determinados programas televisivos. Lo que viniera a ser, en conclusión, que la persona no está completa porque dirige la parte más sustanciosa de su caletre a un solo objetivo, a una única ambición y diana: el órgano genital que le da vida. Porque esta es la contradicción: ¿cómo el chomino, o la vulva, o el coño, o el rojo amanecer de la bahía, o como se le quiera llamar, que tiene tanta importancia en el devenir de la humanidad, por donde se concibe un ser y ve la luz, puede producir un concepto tan insustancial como chominoso, un estado de ánimo tan decaído y risible como el que muestra el achominao? Esa persona así muestra una actitud individual que da pena oírla, trapajosa y pastosa y peguntosa, cuando ese armonio vital lo que desprende y requiere es precisamente lo contrario: el lucimiento personal activo y engrasado y vivaracho.




5 comentarios:

Ana Estepa dijo...

Bueno...me imagino que en Montalbán pasará como en todas partes, y es que tiene mucho que ver la utilización machista del lenguaje.
Todo lo referente al órgano genital masculino es bueno, sin embargo cuando es al femenino es malo, o ridículo o en todo caso menospreciable.

Ejemplos:

cojonudo= buenísimo
coñazo= pesado

Incluso, cuando se le insulta a un hombre, se hace insultando a las mujeres:

Hijo de puta= que la madre de este señor es una puta.

Cabrón: que la esposa del mendas es una puta.

El caso es, que todo lo referente a las mujeres, ya sea a nuestros órganos genitales o a nosotras mismas es para degradarnos, insultarnos o menospreciarnos.
Son las consecuencias de esta sociedad machista y patriarcal en la que vivimos.

¿Por qué será que el lenguaje
cuando de males se trata,
de mujer se le retrata convirtiéndose en ultraje?

Él es divino...perfecto
y no se le ve un defecto.
Ella una puta, una escoria
que se perderá en la historia.

Pero por puta y por mona
os la pone morcillona.


(ríome, por no llorar)

Prudencio Salces dijo...

Ana, comprenderás que el sentido de este breve e inocente texto no tiene, ni por asomo, la intención de ridiculizar nada más que a los hombres cuya flema irrita.
Esperamos que nadie más, ni hombre ni mujer, o ni mujer ni hombre, se sienta ofendido en su género ni en su conciencia. Si nos paramos a leer el final del texto, podremos considerar que tratamos de "subliminar" el órgano reproductor femenino por todo lo que de bueno y placentero tiene.

Ana Estepa dijo...

Pruden, en ningún momento me he referido a tu escrito.
Mi queja es hacia el uso que en general hacemos del lenguaje. Queja que en todo caso, la hice en un tono irónico, pero que al parececer no he sabido transmitir.

Tu escrito sólo pone de manifiesto esto que digo y que dicho de paso me ha pareceido muy simpático, sobre todo en este párrafo:

"El derivado más implícito y degradante del chominoso y tecloso lo hallamos en achominao. −No le hagas caso que está achominao, se suele decir. Y puestos a discurrir, si acaso pecaminosamente, el achominao deber ser: que está pegado como lapa a la querencia de su dama, esa concavidad del medio ambiente; que está obsesionado y embebido, con el seso atribulado, por gozar de esa parte y darle su menester, su condimento. Que con ese cerco que le ha puesto a sus cuitas pierde la capacidad de hilvanar dos razones seguidas con el ritmo normal de una conversación al uso. Porque tenga la mente puesta en esas humedades y las neuronas que a tal ejercicio dispensa disminuyan su capacidad de discernimiento y acción."

Saludos.

Anónimo dijo...

Ciertas mujeres o grupúsculos provocan el machismo aún en nuestros días. ¿O es que no conocéis la noticia de la Universidad de Granada del curso de la mujer diez? Pues para vuestra información, se enseña a planchar adecuadamente, coser un bajo de un pantalón y a hacer una tortilla. ¿Es que el hombre de nuestros días ya lo sabe hacer? ¿O es que a caso no necesita avanzar también él, tanto como la mujer?

Anónimo dijo...

¿En una Universidad se enseña eso? ¿En la Universidad de Granada dices? ¿En estos tiempos? No puede darse en la enseñanza nada más degradante para la mujer y más perjudicial para el hombre? ¿Acaso la Universidad de Granada está regida por la Conferencia Episcopal?