Evgueni Stuchenko: A la izquierda muchachos, a la izquierda, pero nunca más a la izquierda de vuest

lunes, 2 de mayo de 2011

Notas sobre Coetzee. TERCERA



Y ese tono percutor del que hablaba en la anterior nota, la percusión hiriente, abrasadora de su lírica sin alardes se nos presenta incluso más contundente que en Desgracia, y a la vez armónica, en La edad de hierro. Es esta novela una extraordinaria alegoría de la decrepitud, la degeneración de un sistema de vida que se fundamenta en la violencia, la violencia de Estado que se trasfiere a la población porque no admite unos caminos más coherentes para el entendimiento, toda vez que el entendimiento en sí de los individuos debe ir precedido de la comprensión y la aceptación del otro, de lo otro. Veamos un fragmento del inicio:

«Ayer fue también cuando el doctor Syfret me dio la noticia. No era una buena noticia, pero la recibí yo, era mía y solamente mía y no podía rechazarla. Tenía que cogerla en brazos y apretarla contra el pecho y llevarla a casa, sin negar con la cabeza, sin lágrimas. «Gracias, doctor –le dije-. Gracias por su sinceridad.» «Haremos lo que podamos –me dijo él-. Vamos a afrontarlo juntos.» Pero en aquel mismo momento, tras la fachada de camaradería, vi que ya empezaba a alejarse. Sauve qui peut. Debía su lealtad a los vivos, no a los muertos».


Referir en una reseña los sucesos y vicisitudes de una mujer a la que se le ha detectado una enfermedad terminal y decide, como único acto de humanidad, contarle a su hija en una larga carta los últimos días de su vida, sería el modo más elocuente de vaciar el contenido de esta novela que mete los dedos en las heridas de la historia del apartheid sudafricano. Toda alegoría se conforta igualmente con ribetes de epopeya, y esta es propiamente una crónica del dolor colectivo que se ejemplifica en esa imagen poética de la dualidad mujer/patria, o nación, o país, o tierra donde uno nace y vive, condenada a morir. Así que el relato, por mor de su contemporaneidad, sigue siendo una meditación que cada uno puede aplicar a su territorio más querido, la madre o la patria, puesto que la violencia y la sinrazón del orgullo con coraza de soberbia siguen siendo preceptos imperantes en el mundo que nos ha tocado intentar mejorar. O, en el menor de los casos, denunciar sus aberraciones. He aquí lo que le cuenta la madre a su hija ante la muerte de un joven delincuente negro:

«Me he quedado mirándola, fascinada, asustada, atrapada por el estupor de la imagen. Y sin embargo me era imposible, imposible en lo más hondo de mi ser, rendirme a ese estupor, relajarme y no hacer nada para detener la hemorragia. ¿Por qué? Ahora me lo pregunto. Y respondo: porque la sangre es preciosa, más preciosa que el oro y los diamantes. Porque toda la sangre es una: un solo estanque de vida repartido entre nuestras existencias separadas, pero unido por la naturaleza: prestada, no dada; repartida, confiada, para que la preservemos: parece que viva en nosotros, pero solamente lo parece, porque lo cierto es que nosotros vivimos en ella.

»Un mar de sangre reuniéndose de nuevo: ¿será así el fin de los días? La sangre de todos: un mar de Baikal de color escarlata oscuro bajo un cielo invernal como el de Siberia, con arrecifes de hielo alrededor, con las orillas blancas como la nieve bañada de sangre viscosa y mansa. La sangre de la humanidad, recompuesta. Un cuerpo de sangre. ¿De toda la humanidad? No: de un lugar apartado, en un pantano con paredes de barro en el Karoo rodeado de alambre de púas y con el sol brillando en lo alto, la sangre de los afrikáners y de sus adoradores, quieta, estancada».



NOTA PARA LLORAR DE RISA: en no sé qué página de Internet sobre libros leo lo siguiente sobre el que comentamos de J.M. Coetzee.


sinopsis ficha técnica


Este libro aborda el desarrollo de la Edad del Hierro, tanto en la zona continental europea como en la Península Ibérica. A través de su desarrollo se observará una extremada diversidad en los procesos de formación y en las características culturales de los numerosos grupos humanos que ocupan estos territorios.

Ver biografía del autor:
Coetzee, J.M.

Nada más sospechoso e insufrible.

1 comentario:

Carmela dijo...

"Porque la sangre es preciosa,más preciosa que el oro y los diamantes.
Porque toda la sangre es UNA...."

Siento que abundan planteos y acciones que no coinciden con esta reflexión.Lamentablemente.
Sólo bastaría internalizar que ..." la sangre es una".

"La violencia y la sinrazón del orgullo con coraza de soberbia siguen siendo preceptos imperantes en el mundo que nos ha tocado intentar mejorar."
Preceptos "naturalizados" y recurrentes.Inamovibles.Encarnizados.
Sobran las palabras.
Excelente artículo.
Abrazo.