Su padre fue el Tiíto. Piconero.
Hombre de bulla y taberna al que, tantos años después, aún se le recuerda por
su iconoclasta vivir entre aguardiente y pobreza. Mientras su padre vivió, al
Niño se le conocía por el Curri del Tiíto, pues su nombre de varón virgen fue
Francisco, como el de Asís. Aunque el de Asís, no es malo saberlo, tuvo más de
santo que de virgíneo, y de varón, todo lo humano que se dio en su tiempo. Pero
el Curri del Tiíto pasó a ser el Niño de las Tortas en sus mejores tiempos de
mocedad. Era lo que vendía para ganarse la vida entre el sentir de las gentes.
Hace unos días
dejó de serlo voluntariamente. Dejó de ser el Curri, el Niño…
Grandote,
inocente, risueño. En sus últimos años le dio por vestir con trajes de corbata
y sombrero de fieltro. ¿A que parezco un señor?, me preguntaba. Y no era por
ser domingo u otras cuestiones festeras. Nada más que por lucir sus trajes
oscuros colgados de tan alto de sus hombros caídos. Se le bamboleaban con sus
andares de coloso aniñado que arrastraba los zapatos sin saberlo.
Sus amigos de
pandilla infantil se casaron todos y todos lo invitaron a sus bodas. Yo le vi
el contento con la tarjeta de imprenta en la mano. Sus amigos de pandilla de
barrio no dejaron de tenerle respeto y él sentía una especie de adoración por
ellos y por eso celebraba, visiblemente, la felicidad que el casamiento
atribuye a los jóvenes.
No obstante,
en las últimas fechas andaba desaliñado y tristón. Su sonrisa de siempre apenas
era una mueca sin ganas. Y el último día de su vida, todos en el pueblo
tuvieron un saludo con él. Iba por en medio de la calle, a pleno sol de treinta
y siete grados, y alguien se lo advirtió. Ya me va a dar muy poco el sol, dicen
que respondió sereno. Por eso a todo el pueblo le extrañó, y le ha dolido
tanto, que su hermana se lo encontrara de ese modo muerto, voluntariamente
muerto. Como desde tan antiguamente se amuere
en los pueblos de España.
7 comentarios:
Muy bonita, sentida y emotiva esta entrada amigo Pruden. El "Niño de las tortas" está entre mis recuerdos de infancia más claros y felices. Como bien sabes vivía y tenía su tienda justo enfrente de mi abuela Andrea "la Carbonera". Yo siempre andaba pidiéndole a mi abuela un duro para cruzar la calle corriendo y comprar chicles, kikos o caramelos "de la cabra" de aquellos que se te quedaban pegados en los dientes y no había forma de despegarlos. Me ha dado mucha pena que haya acabado así.
PD: me alegro de que hayas vuelto a escribir pare. Un abrazo.
Gracias, Andrius, pero no quiero alargarte la alegría de que haya vuelto, simplemente me he sentido impelido a escribir y publicar este abrazo último para la El Niño de las Tortas. Recordarás que que hace años publiqué una nota sobre él como personaje mítico y extraño de la Talbania imaginaria. He sentido su muerte exclusiva y exalto su decisión personal. Lamentable, a todas luces de mayo
Mis respetos, Prudencio. Excelente semblanza, créeme que lamento, después de aquel encuentro tan cordial y casual en Córdoba, este enfriamiento que se ha producido, gracias a un descuido mío, un saludo afectuoso.
Manuel
También le llamaban el Niño de María Antonia, "el Niño Mariantonia". DEP.
En efecto, Poblabujano, el Niño de María Antonia la del Tiíto, puntualicemos. Y gracias por el apunte
Hola pariente, el vecino "Niño de las tortas" bien merece romper tu voluntario silencio.
No hace mucho... poco me pidió que le hiciera una foto: ¿A que estoy elegante para buscar novia..? me decía.
PD: te la haré llegar.
Salú...
Estupenda foto, sí señor. Aquí la expongo con tu gentileza.
Y muchísimas gracias por hacérmela llegar
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