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miércoles, 10 de junio de 2020

Nadie nace odiando


Rubén Latino Salces Valle


Nadie nace odiando a otra persona por su color de piel, su origen o su religión La capacidad de Nelson Mandela de usar como único arma la fuerza de sus palabras fue lo más poderoso y que le acompañaron en su lucha por la igualdad en Sudáfrica. Vivir y morir por la igualdad era una de sus máximas: He luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir. Decía el irrepetible líder.

Si escuchamos los nombres, por ejemplo, de Beyoncé, Michael Jordan o Barack Obama se nos viene inmediatamente a la cabeza fama, éxito, dinero, popularidad. O tal vez si pensamos unos segundos más, se nos ocurren conceptos relacionados con ellos como sacrificio, esfuerzo, constancia. Quizá estas tres personas cumplan con los cánones del producto que se vende desde el territorio norteamericano como “el país de las oportunidades”, donde “todos pueden llegar a donde se propongan”, pero está claro que el “sueño americano” no es asequible para todos por igual. Lo que debería estar ya a estas alturas normalizado, sigue siendo una gran lacra en la sociedad, el racismo. Y sí, Jordan y Beyoncé son negros y son unos referentes en sus especialidades. Como ellos, muchos negros antes han tenido que luchar además de contra las dificultades del momento, contra otras específicas de hospitales o autobuses solo para blancos; de exclusiones sociales; de desprecios, insultos y palizas por el simple hecho de la pigmentación de la piel. Palizas que a veces terminan en muerte. 

La asfixia posicional es una técnica que utilizan los policías para inmovilizar a detenidos (no tiene porque ser negro) y en la que se evita que los pulmones se expandan por la caja torácica y que mal usada, o usada en exceso deja sin respiración al delincuente de turno. Muchas veces hemos visto imágines sobrecogedoras de maltratos policiales y en gran parte de ellas, las víctimas son de color negro. El último caso conocido, George Floyd, que no era un peligroso atracador de banco, sino que usó un billete falso para pagar y le condenó como delito para que una patrulla lo denunciara primero, lo arrodillara después y tras poner la rodilla en su cuello durante casi 9 minutos, murió asfixiado ante la mirada del resto de policías y de varias cámaras que inmortalizaron la lamentable hazaña. Ya destituidos, se acusa a los policías de asesinato en segundo grado para el actor principal y ayuda e incitación al asesinato a los tres.

Otro acto similar al del pasado mes de mayo en Minneapolis, en los Estados Unidos de América, con igual repercusión mediática y seguimiento por parte de famosos y ciudadanos de todos los colores, fue en 2004 cuando Eric Garner murió igualmente ahogado por un policía neoyorquino. En aquel momento el deporte se solidarizó con el slogan I can´t breathe (No puedo respirar), siendo el popularísimo baloncestista Lebron James uno de los personajes más visibles y más implicados con la causa y secundado por equipos de todos los deportes, manifestaciones en varias ciudades e incluso el reconocimiento del entonces presidente Barack, que intentó parar las macabras técnicas de la policías, pero había sido otra "manzana podrida" de un policía, es un problema de racismo estructural.

Para que Beyoncé triunfe en la música, antes han tenido que luchar mucho Billy Elish, Diana Ros o Ella Fitzeral; para que Jordan triunfase en el deporte, antes han tenido que trabajar duro Mohamed Alí, Carl Lewis o Tommie Smith (el ganador de medalla de oro en los JJOO que en la entrega de medallas levantó el puño con un guante negro en honor a los conflictos raciales de la época); y para que Obama llegara al poder, en parte se lo debe al trabajo previo de Malcom X o del sueño de Martin Luther King.

Desde que la antropología estudia a los humanos y humanoides ha habido innumerables clasificaciones: Allá por el siglo XVI, las cinco razas humanas según Blumenbach eran: mongólico o amarillo; americano o rojo (nativo americano); caucásico o blanco; malayo o pardo (del sudeste de Asia); y etiópico o negro. Colores que nada tienen que ver con los Juegos Olímpicos, Según Coubertin, los colores de cada anillo con el fondo blanco representan los colores que aparecían en todas las banderas nacionales de los países, ni con los contenientes.  Algo más recientes, los estudios de 1960 se postulan con las siguientes razas geográficas: amerindia (América), europea (Europa occidental), asiática (Extremo Oriente), africana (África negra), india (Península indostánica), australiana (Australia), melanesia-papú (Melanesia), micronesia (Micronesia) y polinesia (Polinesia). A la conclusión que llegamos es que las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de “razas” se tratara, hay una sola “raza”: la humana.

#BlackLivesMatters #LasVidasNegrasImportan

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